Extraído de Letras Anarquistas. Artículos periodísticos y otros escritos inéditos de M. Rojas y J.S. González Vera. (compilados por Carmen Soria)
Cuando llego a la inmunda pocilga que tengo por refugio, contemplo la miseria que ella encierra, siento el germen de la rebeldía que invade mi ser; las ideas macabras cruzan en tropel desordenado por mi mente, luego se esfuman como visiones.
Al atardecer salgo a dar el paseo de costumbre: las calles del barrio obrero mal pavimentadas; en altos y bajos, contemplo con tristeza los raquíticos muchachos del pueblo; las escuálidas vírgenes del lodo; los obreros que salen de las fábricas, algunos encorvados por el peso del dolor y la miseria; otros flacos y pálidos, que parecen salidos de las tumbas; y así desfilan los mártires del trabajo, casi todos van hacia un mismo punto: "La cantina", que es una de las armas más poderosas de la burguesía.
Luego tornando a un barrio burgués cambia el paisaje; los parásitos charlatanes producen una bulla infernal con sus voces chillonas; otros afortunados hablan de las conquistas de vacaciones, mientras consumen cigarrillos; allá un industrial con cara de tonto grave se queja de las crisis industriales; que los operarios no se cansan de pedir aumento de salarios... y sigue el drama...
Las burguesillas van aprendiendo movimientos voluptuosos; sus angostos vestidos de seda producen sonidos quejumbrosos que reflejan tal vez el pedazo de vida que arrancó de la operaria al hacerlo. Hablan... hablan como locas... algunas cuentan que decepcionaron a sus amantes por sus ideas anti-religiosas... y así sucesivamente siguen las alegrías y las penas...
Aquí los burgueses se extasían en orgiante placer... y allí los miserables obreros enloquecen de hambre...
Y sigue el eterno drama de la vida... sigue... sigue... adelante.
Originalmente publicado en Verba Roja, primera quincena de febrero, 1914.
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