Con sus rápidos ojos que parten el viento,
los tranvías hallan, copian la ciudad;
las frías nubes despliegan, intensifican la vida.
Mi pensamiento rueda y se alarga hasta mi casa,
derramando sus lunas de sed en la tormenta;
burgueses y mendigos y vehículos,
todo lo que a mi encuentro viene,
se agranda a su contacto, resplandece,
y anula su existencia, acabase, en mi mismo.
Entonces canto mis límites, mi alegría desbordada
como un collar de olvido en la extremidad de un verso;
contra el rumbo de la noche voy ganando hojas de plata,
y he de estar dormido cuando todas me pertenezcan.
1 comentario:
Muy buenooo!!!!
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