Hoy, en la mayoría de los momentos que vivimos, el concepto de mercancía se convierte en la piedra angular de nuestras relaciones. El mercantilismo a tratado de tranzar dentro del mercado casi todas nuestras necesidades, muchas veces las deforma a tal punto de cambiar el concepto natural que estas tienen, transformándolas en meras acciones artificiales.
Una de las tantas necesidades que el capitalismo ha secuestrado a su favor, son nuestros placeres sexuales (las variadas formas que pueden atribuirse a esto son tan infinitas como las personas que las protagonizan) y las envasó en un artificial concepto: la pornografía.
La pornografía no es artificial por su carácter sexual, sino que más bien por que no tiene una cualidad sexual. Las relaciones allí retratadas representan fielmente el libreto de un director de cine. El hombre “el animal insaciable”, la mujer “la incubadora de necesidades”, sin embargo no podemos caer en la falacia de creer que la pornografía ofende a la mujer, pensar de esa forma tiene dos aristas, la primera una mirada paternalista donde la mujer es la pobre victima inocente, que falta de la protección de un hombre. La segunda una mirada netamente machista que no admite que la mujer puede llevar la iniciativa dentro de una relación sexual, y esta solo se remite a la posibilidad de ser follada, quien piense de esta forma no es mas que un patético machista o en su defecto es un triste pobre tipo que nunca ha sido follado por una chica.
Por otra parte la pornografía no es mala por el hecho de existir, sin no por el hecho de tener un carácter de mercancía. El punto es que lxs chicxs que participan en estos films venden su fuerza de trabajo a cambio de beneficios monetarios. Lxs participantes de las películas y sus actos se convierten en nada más que mercancía, en productos negociables a través de las lógicas mercantilistas.
¿Frente a esto que podemos hacer?, ¿Qué podemos hacer frente a la venta de personas, de mujeres, hombres, niñxs, “placeres”, vaginas, penes pechos (naturales como de plástico también), de hombres y mujeres de goma?
Nos venden cuerpos perfectos, hombres musculosos y mujeres moldeadas a punta de bisturí, nos venden penes de 24 centímetros, nos venden pechos y traseros que en comparación con nuestras manos son un mundo entero, nos venden los mismos clichés de la superioridad de un genero en frente al otro, etc. Nos venden nada más que mentiras.
Dejemos de lado aquellas patéticas normas que tratan de inculcarnos y vendernos a la vez. Ya basta de consumir y tragar sus falsas formas de relacionarse, es hora de llevar la subversión a nuestros cuerpos, rebelémonos frente a sus dogmas, destruyámoslos y creemos los nuestros.
No necesitamos sus cuerpos, sus guiones, sus cámaras, sus clichés y sus mierdas de sexismos, no necesitamos nada más que nuestros cuerpos y nuestra creatividad. Mis deseos no están en una película, mis deseos no están en sus camas, mis deseos están dentro de mí desarrollándose de forma salvaje, esperando el momento de liberarse.
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