tag:blogger.com,1999:blog-34177183216523505132024-02-21T08:20:54.856-03:00Ediciones VorágineEdiciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.comBlogger125125tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-84610853047409986862014-11-08T20:44:00.000-03:002014-11-08T20:44:00.024-03:00Los juegos de la noche - Stig Dagerman<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz966cqf1aPFdFGU_T4-jcaL0yF-T38S0ZijskATAXocTdoA7WpsuY53O-0xC-9Du4-CdGB6c4HUuc9Wi46nBMK5jv8GKNU_KS39CsX64EYOPqTAufZoFCGvBBWqWN-zbBsL_iS0S-1FCE/s1600/stigg.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz966cqf1aPFdFGU_T4-jcaL0yF-T38S0ZijskATAXocTdoA7WpsuY53O-0xC-9Du4-CdGB6c4HUuc9Wi46nBMK5jv8GKNU_KS39CsX64EYOPqTAufZoFCGvBBWqWN-zbBsL_iS0S-1FCE/s1600/stigg.jpg" height="320" width="291" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A veces, por la noche, cuando la
madre llora en el cuarto y sólo pasos desconocidos resuenan en las escaleras,
Ake tiene un juego que juega en vez de llorar. Finge ser invisible y poder
transportarse adonde quiere, nada más que pensándolo. Aquella noche no había
más que un sitio adonde pudiera anhelar dirigirse y en donde Ake está a menudo.
Ignora cómo ha llegado allí, sabe solamente que está en una sala. No sabe cómo
es, porque no tiene ojos para ella, pero está llena de humo de tabaco, los
hombres estallan en risas espantosas sin motivo, las mujeres, que no logran
hablar claramente, se inclinan sobre una mesa y ríen de una manera espantosa,
ellas también. Esto traspasa a Ake como cuchilladas, pero después de todo se
siente feliz de estar allí. En la mesa, alrededor de la cual todos están
sentados, hay varias botellas, y cuando un vaso está vacío, una mano desenrosca
un tapón y llena de nuevo el vaso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ake, que es invisible, se
tiende sobre el piso y gatea bajo la mesa sin que ninguno de los convidados lo
note. Tiene en la mano una barrena invisible y, sin dudar un instante, la
planta en la mesa y se pone a perforarla. Pronto ha atravesado la madera, pero
sigue. Siente que su barrena muerde el vidrio y, de pronto, cuando ha perforado
el fondo de una botella, el aguardiente corre en un delgado hilo regular por el
hueco hecho en la mesa. Reconoce los zapatos de su padre y no osa pensar en lo
que pasaría si de pronto él se volviera otra vez visible. Pero en ese momento,
con un estremecimiento de alegría, oye a su padre que dice:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Vaya! ¡Ya no hay más nada
que beber! -y otra voz que asiente-: Cierto, en ese caso… -y luego todo el
mundo se levanta en la sala.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ake sigue a su padre por las
escaleras y, cuando llegan a la calle, lo guía, aunque su padre no se da cuenta,
hacia una estación de taxis y cuchichea la dirección exacta al chofer; luego
durante todo el trayecto se mantiene en el estribo para controlar que vayan en
la buena dirección. Cuando están sólo a algunas cuadras de la casa, Ake anhela
estar de vuelta y se encuentra extendido al fondo del sofá de la cocina: oye
detenerse un coche abajo en la calle: cuando vuelve a ponerse en marcha se da
cuenta de que no era el suyo, y que aquél se ha detenido ante la puerta del
inmueble de al lado. El verdadero está, pues, todavía en camino; quizá ha sido
obstruido en algún lugar cerca del cruce más próximo; quizá ha sido detenido
por un ciclista volcado; suceden tantas cosas a los automóviles...<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero finalmente llega un
automóvil que parece ser el bueno. A algunas puertas de la de Ake, comienza a
disminuir la velocidad, costea lentamente la casa de al lado y se detiene con
un pequeño rechinamiento justamente ante la puerta precisa. Una puerta se abre,
una puerta se cierra con un crujido, alguien silba haciendo tintinear<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>una moneda. Su padre no acostumbra silbar,
pero nunca se sabe... ¿Por qué no se pondría a silbar de pronto? El auto
arranca y vira en la esquina, luego todo se vuelve silencioso. Ake presta oídos
y escucha lo que sucede en la escalera, pero no llega ningún ruido de puerta.
Ni el menor clic del dispositivo automático,<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>ni
el menor ruido de pasos sordos trepando la escalera.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¿Por qué lo habré dejado yo
tan pronto, piensa Ake, en vista de que estábamos tan cerca? Yo habría podido
seguirlo hasta la misma puerta. Evidentemente, ahora él está abajo, ha perdido
la llave y no puede entrar. Tal vez se va a encolerizar, se va a ir y no
regresará hasta que la puerta esté abierta, mañana por la mañana. Y no sabe
silbar, es bien sabido, de otra manera me silbaría a mí o a mamá para que le
tirásemos la llave.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tan silenciosamente como le es
posible, Ake salta el borde del sofá que rechina como siempre, y choca en la
oscuridad con la mesa de la cocina: allí se para como petrificado, sobre el
frío linóleo, pero su madre llora con grandes sollozos, regulares como la
respiración de un durmiente; ella no ha oído nada, pues se desliza hasta la
ventana y aparta suavemente la persiana para mirar afuera. No hay alma viviente
en la calle, pero la lámpara encima de la puerta de enfrente está encendida. Se
enciende al mismo tiempo que el dispositivo automático de la escalera. En esto
se parece exactamente al que está encima de la puerta de Ake.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pronto Ake comienza a tener
frío y con sus pies desnudos vuelve a pasitos al sofá. Para no chocar con la
mesa sigue el fregadero con la mano y de pronto la punta de sus dedos toca algo
frío y puntiagudo. Deja que sus dedos continúen la exploración durante un
instante, luego empuña el mango del cuchillo. Cuando se desliza en su lecho
tiene el cuchillo aún. Lo pone bajo la frazada, cerca de él, y de nuevo se hace
invisible. Se encuentra en el mismo salón de hace poco, se mantiene a la
entrada y mira a los hombres y las mujeres que retienen prisionero a su padre.
Se da cuenta de que si su padre debe recobrar la libertad es necesario liberarlo
de la misma manera que Fred ha liberado al misionero, cuando éste estaba atado
a un poste y se hallaba a punto de ser asado por los caníbales.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ake avanza a paso de lobo,
alza su cuchillo invisible y lo hunde en la espalda del gordo monigote que está
sentado junto a su padre. El gordo cae tieso, muerto -Ake le da una vuelta a la
mesa- y uno tras otro resbalan de sus sillas sin saber demasiado lo que les
sucede. Cuando el padre está al fin liberado,<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>Ake
lo arrastra por las escaleras y como no se oye ningún coche en la calle, bajan
los escalones muy lentamente, atraviesan la calle y suben a un tranvía. Ake se
las arregla para que su padre tenga un asiento en el interior; espera que el
cobrador no perciba que ha bebido un poco y que su padre no diga algo
desagradable al conductor o acaso tenga un estallido de risa sin motivo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El canto de un lejano tranvía
nocturno, que se amortigua en un viraje, penetra implacablemente en la cocina,
y Ake, que ha abandonado ya el tranvía y reposa de nuevo en el sofá, nota que
su madre ha dejado de sollozar durante su corta ausencia. En el cuarto la
persiana vuela contra el techo con un crujido terrible y cuando ese crujido se
ha esfumado, la madre abre la ventana y a Ake le gustaría poder saltar del
lecho y correr al cuarto para anunciarle que puede cerrar la ventana otra vez,
bajar la persiana e ir a acostarse con toda tranquilidad, porque ahora, de
todos modos, el padre no tardará. "Va a llegar en el próximo tranvía, yo
mismo lo he ayudado a tomarlo”. Pero Ake comprende que esto no serviría de
nada, ella nunca le creería. Ella no sabe<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>todo
lo que él ha hecho por ella. Cuando están solos por la noche y ella lo supone
dormido, no sabe qué viajes él emprende y en qué aventuras él se lanza por ella.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando más tarde el tranvía se
detiene en la parada de la esquina, él se mantiene pegado a la ventana y mira
afuera por la rendija entre la persiana y las jambas. Los primeros que llegan
son dos jóvenes que han debido saltar del tranvía en marcha, se entretienen
dándose puñetazos, habitan en la casa nueva al otro lado de la calle. Se oyen
las voces de<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>los que han bajado en la
esquina y mientras el tranvía iluminado sale de detrás de las casas y atraviesa
lentamente la calle de Ake llenándola de hierros viejos, aparecen gentes en
pequeños grupos que luego se dispersan en diferentes direcciones. Un hombre de
paso vacilante, con su sombrero en la mano como un mendigo, mete la cabeza por
la puerta de Ake, pero no es su padre, es el portero.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ake no se mueve. Sigue
esperando. Sabe que muchas cosas pueden retener al pasajero del tranvía en la
esquina. Hay varias vidrieras, particularmente la de una zapatería donde su
padre quizá se haya detenido antes de entrar para elegir un par de zapatos. La
vidriera del vendedor de frutas y legumbres está llena de carteles pintados a
mano y habitualmente muchos se paran a mirar los interesantes muñecos que allí
hay dibujados. Hay también una distribuidora automática que funciona mal y es
posible que el padre haya introducido una pieza de veinte<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>para comprarle una caja de pastillas de
regaliz y ahora no logre abrir la puertita.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mientras Ake se mantiene junto
a la ventana y espera que su padre se aleje de la distribuidora, su madre sale
de pronto del cuarto y pasa ante la cocina. Como está descalza, Ake no ha oído
nada, pero ella seguramente no lo ha notado, porque sin detenerse va hacia la
entrada. Ake suelta la persiana que tenía separada y permanece completamente
inmóvil en la oscuridad total, mientras su madre busca algo entre los abrigos.
Debe ser un pañuelo, porque un momento más larde ella se suena y vuelve al
cuarto. Aunque ella está descalza, Ake observa que trata de andar
silenciosamente para no despertarlo. Después de haber entrado al cuarto, cierra
rápidamente la ventana y baja la persiana con un golpe seco y rápido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Luego ella se tira en la cama
y los sollozos recomienzan exactamente como si no pudiera sollozar más que en
esa posición o como si no pudiera evitar llorar cuando se halla tendida.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Después de haber mirado una
vez más hacia la calle y encontrarla completamente vacía, aparte de una mujer
que se deja acariciar por un marinero bajo el<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>balcón<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>de enfrente, Ake vuelve con pasos afelpados a
acostarse. El piso rechina de pronto bajo sus pies y tiene la impresión de que
resuena como si él hubiera dejado caer algo. Ahora está horriblemente fatigado;
mientras avanza, el sueño se despliega sobre él como una niebla y a través de
esa niebla percibe un crujido de pasos en la escalera, pero no van en la buena
dirección, sino que descienden en lugar de subir. Tan pronto se ha deslizado
bajo el cobertor se sumerge, de mala gana pero rápidamente, en las aguas del
sueño y lasúltimas olas que se cierran encima de su cabeza son dulces como
sollozos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero el sueño es tan frágil
que no logra retener a Ake apartado de lo que le preocupaba cuando estaba
despierto. Seguramente que no ha oído al auto frenar ante la puerta, ni
encenderse el dispositivo automático con un pequeño clic, ni el ruido de los
pasos trepando la escalera, pero la llave introducida en la cerradura atraviesa
el sueño y Ake de pronto se despierta, la alegría lo golpea como un relámpago,
lo enciende desde los pies a la cabeza. Pero la alegría se disipa también en
una humareda de preguntas. Ake tiene un juego al que se entrega cada vez que
despierta de esta manera. Se entretiene en pensar que su padre atraviesa la
entrada en dos zancadas y se aposta entre la cocina y el cuarto a fin de que su
madre y él puedan ambos oírlo exclamar: "Tengo un compañero que se ha
caído del andamio y he tenido que acompañarlo al hospital, me he quedado con él
toda la noche y no he podido llamarte porque no había teléfono cerca'", o
bien: “Imagínense que hemos ganado el premio gordo en la lotería y si he vuelto
tan tarde es porque yo quería que ustedes no perdieran el resuello tan
pronto". O bien: "Imagínense que hoy el patrón me ha regalado un bote
de motor y he salido a probarlo y mañana por la mañana temprano salimos<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>los tres.<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>¿Qué
me dicen de eso?"<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En realidad, esto se
desarrolla más lentamente y sobre todo no es tan sorprendente. Su padre no
halla el<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>interruptor de la entrada.
Finalmente renuncia y tropieza con un armazón de madera que cae a tierra.
Reniega y trata de recogerlo, pero en vez de hacerlo vuelca un bulto que estaba
junto a la pared. Renuncia entonces y trata de hallar un gancho donde colgar su
abrigo, pero cuando al fin ha hallado uno, el abrigo se le desliza
también y cae al suelo con un ruido blando. Apoyado en la pared, el padre da a
continuación algunos pasos para ir al baño, enciende la luz y, como tantas
otras veces, Ake permanece acostado, paralizado para escuchar el ruido de las
salpicaduras en el piso. El padre apaga,<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>tropieza
en la puerta, jura y entra al cuarteo a través de la cortina que se estremece
como una serpiente presta a morder.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Luego todo está silencioso. El
padre permanece de pie en el cuarto sin decir una palabra, sus zapatos rechinan
débilmente, su respiración es pesada e irregular, pero esos dos ruidos lo
vuelven todo todavía más aterradoramente silencioso y en ese silencio un nuevo
relámpago golpea a Ake. Es el odio lo que lo enciende y aprieta el mango del
cuchillo tan fuerte que le hace daño, aunque no siente dolor. Pero el silencio
dura sólo un instante. Su padre comienza a desvestirse. La chaqueta, el
chaleco. Tira sus ropas sobre una silla. Se apoya en un armario y deja caer de
los pies sus zapatos. La corbata hace un chasquido como un batir de alas. Luego
da algunos pasos más por el cuarto, es decir hacia la cama, y se queda inmóvil
mientras da cuerda a su reloj. Luego todo se pone silencioso, tan terriblemente
silencioso como antes, sólo el reloj roe el silencio como un ratón, el reloj
del hombre ebrio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y después sucede lo que el
silencio esperaba, la<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>madre hace un movimiento
desesperado en la cama y el grito brota de su boca como sangre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Cochino, cochino, cochino,
cochino<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>-exclama ella hasta que su
voz muere y todo se vuelve silencioso. Únicamente el reloj roe, roe, y la mano
que aprieta el cuchillo está toda húmeda de sudor. Es tan grande la angustia en
la cocina que no se podría soportar sin un arma; finalmente, Ake está tan
fatigado por el miedo que,<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>sin
resistencia, sumerge en el sueño antes que nada la cabeza. Tarde en la noche se
despierta de pronto y, por la puerta abierta, oye rechinar la cama de al lado y
un dulce murmullo llenar el cuarto; no sabe exactamente lo que esto significa,
sino que esos dos ruidos implican la desaparición del miedo por esta noche.
Suelta el cuchillo que sostenía su mano y lo rechaza lejos de él, lleno de un
deseo ardiente de su propio cuerpo; en el momento de adormecerse, se entrega al
último de los juegos de la noche, el que le trae la paz final.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La paz final… sin embargo, no
hay fin. Poco antes de las seis de la tarde la madre entra a la cocina donde
él, sentado a la mesa, está haciendo su tarea de cálculo. Ella simplemente le
saca de las manos, el libro de aritmética y lo hace levantarse del banco.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Ve a ver a papá<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>-dice arrastrándolo con ella hacia la entrada
y poniéndose detrás para cortarle la retirada-<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>ve a ver a papá y dile de mi parte que te dé
dinero.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los días son peores que las
noches. Los juegos de la noche son mucho mejores que los del día. Por la noche
se puede ser<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>invisible y corretear sobre
los techos hasta el sitio donde se tiene necesidad de ustedes. Por el día no se
es invisible. Por el día la cosa no va tan rápida, no es tan bueno jugar. Ake
cruza la puerta de la casa y no es de ningún modo invisible.<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>El hijo del portero le tira del abrigo para
que vaya a jugar a las bolas, pero Ake sabe que su madre está en la ventana y
lo siguen con los ojos hasta que ha desaparecido tras la esquina, tanto que él
se desprende sin decir palabra y se va corriendo como si alguien fuera en su
persecución. Cuando ha doblado la esquina, se pone a andar tan lentamente como
le es posible; cuenta los cuadros de la acera y los salivazos que hay en<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>ella. Se le une el hijo del portero, pero Ake
no le responde, pues no se le puede decir a nadie que ha salido a buscar al
padre con su paga. Al fin, el hijo del portero se cansa y Ake se acerca cada
vez más al sitio al que no quiere acercarse. Finge alejarse cada vez más, pero
esta no es verdad de ningún modo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La primera vez él pasa delante
del café sin entrar. Merodea tan cerca que el guardia gruñe a su lado. Se mete
en una calle transversal<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>y se
detiene ante la casa donde se halla el taller de su padre. Un poco más tarde,
pasa bajo la puerta cochera y desemboca en el patio y finge creer que su padre
está aún allí, que se ha escondido en alguna parte detrás de los toneles o los
sacos para que Ake lo busque. Levanta las tapas de los toneles de pintura y
cada vez se asombra de no hallar a su padre acurrucado en uno de ellos. Después
de haber buscado en el patio durante casi media hora, acaba por comprender que
su padre no ha podido esconderse ahí, y se va.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al lado del café hay una
locería y una relojería. Ake se para primero a mirar la vidriera en que se
exhiben porcelanas. Trata de contar los perros, primero los perros de raza de
la fila delantera, luego los que puede entrever cuando pone sus manos de
visera, y pasa revista a los anaqueles y mostradores en el<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>interior de la tienda. El relojero se dispone
justamente a bajar la cortina de su comercio, pero por los huecos del enrejado
Ake puede ver de todos modos los relojes allá dentro, que hacen tictac. Mira
también el reloj que marca la hora exacta y decide que el segundero tiene que
dar diez vueltas antes de que él entre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ake aprovecha el momento en
que el guardia disputa con un individuo que le muestra algo en un periódico
para colarse en el café; en seguida avanza corriendo hacia la mesa precisa, a
fin de no ser visto por demasiada gente. Su padre no lo ve en seguida,<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>pero uno de los otros pintores hace una señal
en dirección de Ake<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>y dice:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Tu chiquillo está ahí.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El padre pone al hijo en sus
rodillas y frota su barba de dos días contra la mejilla. Ake trata de no
mirarlo a los ojos, pero de vez en cuando no lo puede evitar, fascinado por las
ventanillas rojas en lo blanco de los ojos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿Qué quieres, tú? -dice el
padre: su lengua es blanda, pastosa, y tiene que repetir varias veces la misma
cosa antes de estar satisfecho él mismo de ello,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Vengo a buscar dinero.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Su padre entonces vuelve a
ponerlo suavemente en el suelo, se echa hacia atrás y ríe tan fuerte que sus
camaradas se ven obligados a hacerle señal de callarse. Riéndose, saca su
portamonedas, quita torpemente el elástico y busca mucho antes de hallar la
pieza deuna corona más brillante.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Toma, Ake -dice- ve a
comprarte dulces con esto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los otros pintores no quieren
ser menos y Ake recibe una corona de cada uno de ellos. Retiene el dinero en su
mano mientras, abrumado de confusión y vergüenza, se dirige prudentemente a la
salida por entre las mesas. Se muere de miedo de<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>que alguien lo vea salir cuando pase<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>corriendo delante del guardia y que un soplón
vaya a decir en la escuela:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Ayer por la tarde vi salir a
Ake de la taberna.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Se detiene de todos modos un
instante ante la vidriera del relojero y, mientras la aguja da diez vueltas en torno
de su eje, permanece allí, apoyado contra la reja. Él sabe que esta noche
deberá jugar aún, pero no sabe a quién odia más de los dos seres por los cuales
juega.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando más tarde dobla
lentamente la esquina, encuentra la mirada de su madre allá arriba a diez
metros del suelo y avanza hacia la puerta del inmueble lentamente con cuanto
coraje tiene para ello. Al lado hay un vendedor de leña y se arriesga de todos
modos a arrodillarse un momentito y a mirar por el tragaluz a un viejito que
recoge carbón en un saco negro. Cuando el viejito ha terminado, la madre está
detrás de Ake. Ella lo levanta bruscamente y lo toma por el mentón para captar
su mirada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿Qué ha dicho? -cuchichea-.<span class="apple-converted-space"><span style="color: maroon; font-size: 13.5pt; line-height: 115%;"> </span></span>¿Acaso te has comportado de nuevo como un
flojo?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Dijo que iba a venir en seguida
-cuchichea Ake en respuesta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿Y el dinero?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Mamá, cierra los ojos -dice
Ake y juega el último de los juegos del día.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mientras su madre eleva los
ojos, Ake desliza suavemente las cuatro piezas de una corona en la mano
extendida; luego baja la calle corriendo, sus pies tienen tanto miedo que
patinan en el pavimento. Un grito cada vez más fuerte lo persigue a lo largo de
las casas pero esto no lo detiene, por el contrario él corre todavía más
rápido.<o:p></o:p></div>
<br />Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-47808854309872940402014-08-23T15:32:00.000-04:002014-08-23T15:32:39.889-04:00La vegetación negra - Andrés Sabella<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;">En Hombre de Cuatro Rumbos. Orbe, 1966</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitocrh4a5eKnY8Mp4-ZN0ObgnSs4fMF-6ogMPzvDmnQsavAa407v-buRFpfadmcXefbDwylNfIi2qRlCICHD6L5yhUc3oEpKKHgr3wN8879b2wITURPvcCecxHPCScLusWT4txMq-PuPAi/s1600/sabeliano.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitocrh4a5eKnY8Mp4-ZN0ObgnSs4fMF-6ogMPzvDmnQsavAa407v-buRFpfadmcXefbDwylNfIi2qRlCICHD6L5yhUc3oEpKKHgr3wN8879b2wITURPvcCecxHPCScLusWT4txMq-PuPAi/s1600/sabeliano.jpg" height="320" width="195" /></a>La pampa es una escultura de sales, donde el hombre olvida el contorno de las frutas y comprende por qué la frente es un camino andado sólo por la desgracia... </div>
<div style="text-align: justify;">
Las alas no escriben su gracia en la pampa, y cuándo el crepúsculo se humaniza en un carmín remoto y agradable, los hombres sonríen a imaginarios veleros que zarpan hacia islas en que el verde canta, como un ser que encarnara a la misma felicidad. </div>
<div style="text-align: justify;">
Piedras con gestos de verdugos, perspectivas que concluyen en la noche... </div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, en la pampa existe una vegetación singular, que es el esqueleto de un monstruoso animal sagrado y violento: las máquinas. </div>
<div style="text-align: justify;">
Ellas se desenvuelven y complican lo mismo que una vegetación viva y alucinante. Vegetación oscura, ésta suspende y comunica una trágica solemnidad. Vegetación de una fragancia dura, sin frutas para glorificar los labios ni flores en que descansar de la desventura. </div>
<div style="text-align: justify;">
Es la vegetación que brama día y noche, la que no cabrá en ningún herbario y no aprenderá jamás a hipnotizar la peregrina ternura de los pájaros.</div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-25581592956331590752014-08-04T17:17:00.001-04:002014-08-04T17:20:25.524-04:00Roberto Arlt y la ejecución de Severino Di Giovanni<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"><a href="http://eljineteinsomne2.blogspot.com/2013/02/roberto-arlt-y-la-ejecucion-de-severino.html">Extraído de El Jinete Insomne</a></span></i></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1KrWBwaxLzx3TkunXR1Pu2QzuTqstD_-mhTVrqYT1J3psn8kgHvJcjxpUWnX6I4PeOX1s37hS-1-W1ry1C5qzNzTPXbrAjZFUDcCKAKoOAwxV4HlQ8Wm4LQVWeKn7jnF1AcPwkNAScUME/s1600/Severino_di_Giovanni_in_court.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1KrWBwaxLzx3TkunXR1Pu2QzuTqstD_-mhTVrqYT1J3psn8kgHvJcjxpUWnX6I4PeOX1s37hS-1-W1ry1C5qzNzTPXbrAjZFUDcCKAKoOAwxV4HlQ8Wm4LQVWeKn7jnF1AcPwkNAScUME/s1600/Severino_di_Giovanni_in_court.jpg" height="222" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Di Giovanni en la corte.</i></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
"Vivir en monotonía las
horas mohosas de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las
conveniencias, no es vivir la vida. Es solamente vegetar y transportar en forma
ambulante una masa informe de carne y de huesos. A la vida es necesario
brindarle la elevación exquisita de la rebelión del brazo y la mente".
Quien así pensaba era Severino Di Giovanni (1901-1931), el anarquista italiano
que llegó a la Argentina huyendo del hambre y la miseria que asolaban su tierra
natal, por entonces convulsionada por la violencia ejercida por las Squadre
d'Azione, la canalla fascista que pasó a la historia con el nombre de
"camisas negras".<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nacido en Chieti, en la región de
los Abruzzos, estudió para maestro y, aún sin graduarse, comenzó a enseñar en
una escuela de su pueblo. Simultáneamente y de manera autodidacta, aprendía el
oficio de tipógrafo y leía a los teóricos del pensamiento anarquista: Bakunin,
Proudhon, Kropotkin, Malatesta y Reclus. Cuando contaba con veinte años se
entregó por entero a la militancia anarquista, actividad que lo llevó a tener
que padecer la censura y las persecuciones por parte del incipiente régimen
capitaneado por los Fasci Italiani di Combattimento. Esto lo impulsó a dejar
Italia y viajar a la Argentina.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Llegó a Buenos Aires en 1923 y se
radicó en Morón, a unos pocos kilómetros de la capital. Su primer trabajo
consistió en vender las flores que cultivaba en su casa. Luego consiguió empleo
como tipógrafo y se conectó con grupos anarquistas que, por entonces,
movilizaban a miles de obreros, editaban periódicos, tenían foros de debate y
luchaban por los derechos laborales. Dos años después Di Giovanni lanzó su
propio periódico, "Culmine", que propiciaba el anarquismo individual
y la lucha "cara a cara" con el enemigo fascista. Su lema era:
"De la propaganda a los hechos", algo que Di Giovanni puso en
práctica rápidamente. Ese mismo año fue detenido por primera vez tras
participar en un acto de repudio a un evento realizado en el Teatro Colón con
la presencia del presidente argentino y el embajador italiano. El 16 de mayo de
1926, estalló una bomba frente a la embajada de los Estados Unidos en Buenos
Aires. Fue el primer atentado de varios que realizó contra objetivos norteamericanos.
También participó en varios robos, entre ellos uno a un camión de transporte de
caudales, lo que le permitió abrir su propia imprenta. En agosto de 1927
participó de la multitudinaria movilización de alrededor de cien mil personas
que pedían la liberación de los anarquistas italianos Ferdinando Sacco
(1891-1927) y Bartolomeo Vanzetti (1888-1927), ambos a punto ser ejecutados en
Massachusetts, Estados Unidos. Luego, el 23 de mayo de 1928, intervino en el
atentado que destruyó el nuevo edificio del consulado italiano en Buenos Aires,
al tiempo que siguió cometiendo numerosos asaltos. Considerado el "hombre
más maligno que pisó tierra argentina", Di Giovanni creía en el derecho a
matar al opresor aunque cayeran inocentes, y tenía un fundamento ideológico
para sus actos: usar la violencia contra la violencia. Su foto ocupó la primera
plana de todos los diarios y terminó la década del '20 siendo el hombre más
buscado en el país.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilPJHeZfdKohSwzCQW8h1rI1J5agDXgwe9Zuu9eQpx6X6wS-FtCuQLyE_GP_AZDBHbaXJ8La8hM8t5IYw1qCYYUgIsx5CrvjOHz4dAzYVuEJ20xbBq3MJkpRmVqGyGzCvdSu7HXCVkwj7-/s1600/culmine.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilPJHeZfdKohSwzCQW8h1rI1J5agDXgwe9Zuu9eQpx6X6wS-FtCuQLyE_GP_AZDBHbaXJ8La8hM8t5IYw1qCYYUgIsx5CrvjOHz4dAzYVuEJ20xbBq3MJkpRmVqGyGzCvdSu7HXCVkwj7-/s1600/culmine.jpg" height="120" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Cliché de "Culmine", Pubblicazione Anarchica.</i></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Di Giovanni inició 1930 editando
una nueva revista, "Anarchia", en la que todos los sectores
anarquistas podían exponer sus ideas, mientras continuaba con sus correrías que
incluían la "expropiación" y la liberación de presos. Pero, a partir
del golpe militar del 6 de setiembre, reinició los atentados con bombas. Los
tres artefactos dinamiteros que estallaron en enero de 1931 precipitaron su
captura. La policía intensificó su búsqueda y, finalmente, el jueves 29 de
enero de 1931 fue detenido al salir de una imprenta en pleno centro de la
ciudad de Buenos Aires. La populosa esquina de las avenidas Corrientes y Callao
fue el escenario de la persecución policial en la que Di Giovanni se enfrentó a
los tiros con los efectivos que lo perseguían y que lo terminaron capturando en
un garage de la zona, luego de un frustrado intento de fuga por los techos de
las casas bajas que, por entonces, había en el centro porteño. Tras su
detención, sobre el escritorio de Di Giovanni fue encontrado un papel que
decía: "¿Claudicar? Ni siquiera cuando -al final del camino- sin ninguna
salida de salvación, me encuentre delante de la muralla de la muerte".</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El dictador militar que había
usurpado el poder unos meses antes ordenó un juicio rápido. Su defensor fue un
teniente primero que, en su alegato, planteó la incompetencia del tribunal
militar para juzgar al detenido y apeló contra la pena de muerte, algo que le
valdría ser castigado por sus superiores y, según algunas versiones, morir
envenenado tiempo después en una cena de camaradería; otras, en cambio, hablan
de un largo exilio. La sentencia se dictaminó rápidamente y se estableció el 1
de febrero como fecha para su ejecución. Pocas horas antes de ser fusilado
pidió un café dulce desde su celda. Lo rechazó al probarlo: "Pedí con
mucha azúcar... No importa, será la próxima vez". Una muchedumbre se
agolpó en las puertas de la prisión para escuchar las descargas. Otros tantos
reclamaban su derecho a presenciar la ejecución. Algunos periodistas y
encumbrados ciudadanos lo lograron. Como si fuera una función teatral, todos
querían ver morir a Di Giovanni.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Testigo de ese asesinato fue
también el novelista, cuentista y dramaturgo argentino Roberto Arlt
(1900-1942), como periodista del diario "Buenos Aires Herald". Su
presencia no era igual a la de cientos de personas que acudieron allí para ver
morir al demonio, al asesino extranjero de la época. Los zapatos lustrados y el
traje de gala de muchos de los asistentes convertían el asesinato de un hombre
en un espectáculo frívolo, uno más de la noche porteña. La crónica de Arlt no
puso ningún comentario propio sino la descripción de ese teatro irracional de
la fuerza bruta contra las ideas: "la descarga terminó con el más hermoso
de los que estaban presentes". Ese mismo día, en estricto secreto, el
cuerpo fue trasladado al cementerio de la Chacarita. Sin embargo, al día siguiente
la tumba de Di Giovanni amaneció cubierta de flores rojas. El texto de Arlt
apareció en su famosa sección "Aguafuertes Porteñas" del diario
"El Mundo" el 7 de febrero de 1931 bajo el título "Crónica de
una ejecución". Quedan disponibles a continuación:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
***</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>He visto morir<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Las 5 menos 3 minutos. Rostros
afanasos tras de las rejas. Cinco menos 2. Rechina el cerrojo y la puerta de
hierro se abre. Hombres que se precipitan como si corrieran a tomar el tranvía.
Sombras que dan grandes saltos por los corredores iluminados. Ruidos de culatas.
Más sombras que galopan. Todos vamos en busca de Severino Di Giovanni para
verlo morir.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>La letanía<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Espacio de cielo azul. Adoquinado
rústico. Prado verde. Una como silla de comedor en medio del prado. Tropa.
Máuseres. Lámparas cuya luz castiga la obscuridad. Un rectángulo. Parece un
ring. El ring de la muerte. Un oficial. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
"...de acuerdo a las
disposiciones... por violación del bando... ley número...".</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El oficial bajo la pantalla
enlozada. Frente a él, una cabeza. Un rostro que parece embadurnado en aceite
rojo. Unos ojos terribles y fijos, barnizados de fiebre. Negro círculo de
cabezas. Es Severino Di Giovanni. Mandíbula prominente. Frente huida hacia las
sienes como la de las panteras. Labios finos y extraordinariamente rojos.
Frente roja. Mejillas rojas. Ojos renegridos por el efecto de luz. Grueso
cuello desnudo. Pecho ribeteado por las solapas azules de la blusa. Los labios
parecen llagas pulimentadas. Se entreabren lentamente y la lengua, más roja que
un pimiento, lame los labios, los humedece. Ese cuerpo arde en temperatura.
Paladea la muerte.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
"...artículo número... ley
de estado de sitio... superior tribunal... visto... pásese al superior
tribunal... de guerra, tropa y suboficiales...".<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Di Giovanni mira el rostro del
oficial. Proyecta sobre ese rostro la fuerza tremenda de su mirada y de la
voluntad que lo mantiene sereno.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
"...estamos probando...
apercíbase al teniente... Rizzo Patrón, vocales... tenientes coroneles...
bando... dése copia... fija número...".<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Di giovanni se humedece los
labios con la lengua. Escucha con atención, parece que analizara las cláusulas
de un contrato cuyas estipulaciones son importantísimas. Mueve la cabeza con
asentimiento, frente a la propiedad de los términos con que está redactada la
sentencia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
"...dése vista al ministro
de Guerra... sea fusilado... firmado, secretario...".<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>Habla el Reo<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
- Quisiera pedirle perdón al
teniente defensor...<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una voz:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
- No puede hablar. Llévenlo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El condenado camina como un pato.
Los pies aherrojados con una barra de hierro a las esposas que amarran las
manos. Atraviesa la franja de adoquinado rústico. Algunos espectadores se ríen.
¿Zoncera? ¿Nerviosidad? ¡Quien sabe!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El reo se sienta reposadamente en
el banquillo. Apoya la espalda y saca pecho. Mira arriba. Luego se inclina y
parece, con las manos abandonadas entre las rodillas abiertas, un hombre que
cuida el fuego mientras se calienta agua para tomar el mate.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Permanece así cuatro segundos. Un
suboficial le cruza una soga al pecho, para que cuando los proyectiles lo maten
no ruede por tierra. Di Giovanni gira la cabeza de derecha a izquierda y se
deja amarrar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ha formado el blanco pelotón de
fusilero. El suboficial quiere vendar al condenado. Éste grita:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
- Venda no.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mira tiesamente a los ejecutores.
Emana voluntad. Si sufre o no, es un secreto. Pero permanece así, tieso,
orgulloso. Surge una dificultad. El temor al rebote de las balas hace que se
ordena a la tropa, perpendicular al pelotón fusilero, retirarse unos pasos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Di Giovanni permanece recto,
apoyada la espalda en el respaldar. Sobre su cabeza, en una franja de muralla
gris, se mueven piernas de soldados. Saca pecho. ¿Será para recibir las balas?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
- Pelotón, firme. Apunten.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La voz del reo estalla metálica,
vibrante:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
- ¡Viva la anarquía!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
- ¡Fuego!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Resplandor subitáneo. Un cuerpo
recio se ha convertido en una doblada lámina de papel. Las balas rompen la
soga. El cuerpo cae de cabeza y queda en el pasto verde con las manos tocando
las rodillas. Fogonazo del tiro de gracia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>Muerto</b><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Las balas han escrito la última
palabra en el cuerpo del reo. El rostro permanece sereno. Pálido. Los ojos
entreabiertos. Un herrero a los pies del cadáver. Quita los remaches del
grillete y de la barra de hierro. Un médico lo observa. Certifica que el
condenado ha muerto. Un señor, que ha venido de frac y zapatos de baile, se
retira con la galera en la coronilla. Parece que saliera del cabaret. Otro dice
una mala palabra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
***</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-HZ5gpjUS5x_CVe3q9dkQi1x4TrH55efwXDmqeskdNN43tPs78LidcdXJ8bGsrS4e8rGr6ivOwatHkMWd0cLYaDUxij-aiFHXHYly2sx3-PVsu1SoH2LDF3OGm9CbEQwVSe713XRmko9w/s1600/roberto+arlt.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-HZ5gpjUS5x_CVe3q9dkQi1x4TrH55efwXDmqeskdNN43tPs78LidcdXJ8bGsrS4e8rGr6ivOwatHkMWd0cLYaDUxij-aiFHXHYly2sx3-PVsu1SoH2LDF3OGm9CbEQwVSe713XRmko9w/s1600/roberto+arlt.jpg" height="200" width="126" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Roberto Arlt</i></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-25155801230073768322014-05-19T22:39:00.001-04:002014-05-19T22:41:19.635-04:00El Suburbio (Adaptación) – L. Armando Triviño<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<i>Publicado originalmente en el folleto Arengas, 1923. Editorial Lux.</i><o:p></o:p></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzeZXkGe3jTJ2O7wTOYfCIIBlmZME3EkvkJeOPk7Ws1Ri9AIfhbpiNc7qXci8gQVqSfHk7HWEEFLkx7MiZWkSvKWGNR4ifsSgZtPbpSBvIRGGf8pW4KFY08Rwvn7VZqPx9e61tzy2GG0Ew/s1600/convent.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzeZXkGe3jTJ2O7wTOYfCIIBlmZME3EkvkJeOPk7Ws1Ri9AIfhbpiNc7qXci8gQVqSfHk7HWEEFLkx7MiZWkSvKWGNR4ifsSgZtPbpSBvIRGGf8pW4KFY08Rwvn7VZqPx9e61tzy2GG0Ew/s1600/convent.jpg" height="225" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
Las riberas del río, las orillas de la ciudad, el arrabal, el prostíbulo de
tercera, la cocinería, el cambalache, el basural, la agencia, el albergue, la
cantina, el garito, la ropería, el conventillo, el templo pentecostal, el coche
de tercera en el ferrocarril, la imperial en el tranvía, la cubierta de tercera
en el vapor, las cuadras en el cuartel, en la cárcel y comisarías, los
calabozos, la sala común en el hospital, el torno en la casa de huérfanos, la
secretaría en el juzgado, la sala de espera en el dispensario.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En el campo el rancho del
inquilino, el galpón de los peones en el fundo, la barra y el cepo en el
cuartel de carabineros o policía campesina.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Todo eso donde la estrechez y la
miseria se abrazan, en la ciudad y el campo, con frío delirante en invierno,
con calor sofocante en verano, todo eso, opaco, color gris, sucio, grasiento,
haraposo, falto de aire, de confort, de luz, en donde pululan multitud de bichos,
en las que cabalgan fecundándose las hordas microbianas de la tuberculosis, de
la sífilis, del tifus, de la peste, etc.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Todo eso donde la luz y el
oxígeno van a lo lejos y de malas ganas, donde los beneficios de la industria,
los resplandores del arte y de la ciencia no llegan en su potencialidad
bondadosa, allí es donde el progreso vuelve las espaldas y hace morisquetas.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¡Allí está el suburbio! El peón,
el inquilino, el krumiro, el pesquisa, el conscripto, el paco, el pentecostal,
el ratero, la palomilla, la prostituta, el mendigo, el trapero son hijos del
suburbio, son los vástagos miserables de una organización social patas arriba,
que se desespera y se consume a puñaladas y a mordiscos en los sombríos y
sucios arrabales.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¡El suburbio es un crimen; es una
patada de milico en el vientre de la humanidad!</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¡Hay que barrer, iluminar el
suburbio con una llamarada de luz y de fuego!</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El que sufre no debe callar, el
que calla otorga. Hay que protestar y accionar. Para esto hay que abrir frente
a la comisaría, al cuartel, la fábrica, el garito y la iglesia “pentecostal” un
Sindicato Obrero, un Centro de Estudios Sociales y en cada puerta del
conventillo una proclama anarquista que fulmine dioses, patrias, amos y
esclavos! ¡Hay que concluir esa barbarie, esa gusanera que va de la ribera del
río a las orillas de la ciudad! ¡El suburbio!</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Junio de 1922<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><i>Extraído del libro de Víctor
Muñoz “Armando Triviño: Wobblie. Hobres, ideas y problemas del anarquismo en
los años veinte. Vida y escritos de un criollo libertario”</i></span>. <o:p></o:p></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-42115001143204035902014-05-15T20:07:00.000-04:002014-05-15T20:10:14.655-04:00La cosecha - Rodolfo González Pacheco<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.vangoghgallery.com/catalog/image/1301v/Campesino,-trabajando,-parte-inferior-de-dibujo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://www.vangoghgallery.com/catalog/image/1301v/Campesino,-trabajando,-parte-inferior-de-dibujo.jpg" height="133" width="200" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Aún están verdes los trigos. Ni el rumor ni el resplandor, como de joyas revueltas, les maduró todavía. Eso va a lograrlo el sol, fino y paciente joyero. </div>
<div style="text-align: justify;">
Los maíces están igualmente verdes. Son mamones entre pañales de chalas. Cada grano de sus choclos es una gota de leche.</div>
<div style="text-align: justify;">
El viento acuna las chacras en que dormitan, indigestados de jugos, los maíces y los trigos. El cuidado de sus días continua dependiendo de quienes depositaron la semilla generosa en el surco humeante. Humeante fertilidad de la tierra; humeante aliento del hombre: dos varas de humo, de las que siempre cinchó, como una yunta de bueyes, la esperanza del labriego.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y éste también está verde. Es un niño como trigo y su maíz. Renace todos los años para preguntar lo mismo: ¿Qué será de mis maizales?... ¿Qué será de mis trigales?....</div>
<div style="text-align: justify;">
¡Ah, tipo inefable y trágico! Pregunta lo que ya sabía su padre, y su abuelo, y el primero que sembró. Pero pregunta otra vez y hay, no más, que contestarle como el pregunta: trágica, inefablemente.</div>
<div style="text-align: justify;">
¡Serán pan! y pan para los bandidos de arriba abajo; desde el primer magistrado hasta el último milico. Hectáreas, miles de hectáreas, arramblados por los amos para abastecer sus mesas. Y otras miles todavía para nutrirles la entraña, roja y caliente, a las hembras de sus goces que así ondularán las ancas las lagartonas. Y lo que sobre, si sobra, lo echarán por sobre el mar al hambre de aquellos que ya no siembran, porque están entretenidos en degollarse o quemarse. Pan para todos -¡ay, sí!-, menos para quienes aran, engavillan, muelen el grano, hacen pan.</div>
<div style="text-align: justify;">
Su destino ya está escrito. Leedlo en los diarios burgueses. Veréis qué bien distribuida está ya vuestra cosecha. </div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
Y aún están verdes los trigos y los maíces. Son niños aún, como vuestros niños; de cuyos también deberíais saber lo que van a ser, si no os rebeláis vosotros. Si no maduráis la vida.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<i>Carteles Tomo I, Americalee, 1956.</i></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-60083932839703202512014-01-10T13:23:00.002-03:002014-01-10T13:26:34.922-03:00El río invisible - Rafael Barrett<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi042O-CRnZiCSjmmtHS-06bBbM8itdnQfk-Bfw1ac8zZArbMHEzKgBENs4PC9y74tkbinG3BOtNu8t2bxTUm8n5Y8pcPNFFC8lhNT-lY_YEvjLc8_oPlPMok4G9y3zoC5XKtU5MXTy6oiW/s1600/CESRBarret.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi042O-CRnZiCSjmmtHS-06bBbM8itdnQfk-Bfw1ac8zZArbMHEzKgBENs4PC9y74tkbinG3BOtNu8t2bxTUm8n5Y8pcPNFFC8lhNT-lY_YEvjLc8_oPlPMok4G9y3zoC5XKtU5MXTy6oiW/s1600/CESRBarret.jpg" height="320" width="211" /></a><br />
<div style="text-align: justify;">
¿Recordáis, allá cuando éramos niños, muy niños; cuando las personas mayores se agachaban penosamente con el objeto de besarnos, y nos empinábamos nosotros sobre la punta de 105 pies para ver lo que ocurría encima de las mesas, qué grande era el espacio? El comedor, la sala, la alcoba, eran vastos terrenos de juego o de batalla, donde se escalaban las sillas, se exploraban los rincones, y donde uno podía esconderse. Los largos corredores eran de día pista de carreras, de noche túneles inacabables y llenos de peligros. La casa era un mundo. Lo infinito empezaba en la calle. Traspasado el umbral, nos hundíamos en el caos sin fondo y sin término, donde es locura aventurarse solo. Un paseo era una expedición lejana y maravillosa, en que no era sensato confiarse a otros guías que a nuestros padres. A la vuelta, al divisar la silueta familiar de nuestra vivienda, sentíamos algo de lo que habrá sentido Colón en su primer regreso, cuando reconoció en el pálido horizonte las montañas de la patria.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Crecimos, y el espacio disminuyó, como si nuestro cuerpo lo devorase. Aprendimos geodesia y astronomía, y siguió disminuyendo, devorado por nuestra inteligencia. Las distancias siderales son enormes, pero las medimos y nos parecen razonables; lo infinito empieza detrás de las últimas nebulosas, pero no es un infinito vivo y rumoroso, preñado de gestos como la ciudad cuyas olas batían nuestra puerta, sino el pozo negro e inerte de donde el telescopio no saca nada. El Universo, despojado del misterio que lo agrandaba y ahondaba en nuestra tierna fantasía, se ha reducido a una figura geométrica, aislada en mitad del pizarrón celeste.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El tiempo se modifica también con la edad, y esto es más grave. Vivir en un espacio más o menos ancho no nos atañe tan íntimamente, no afecta tanto nuestra conciencia como vivir más o menos deprisa. Cada vez vivimos más deprisa. No busquéis la impresión de lo eterno en las conjeturas de lo prehistórico, ni en los abismos de la geología, sino en la cinta esfumada de vuestros recuerdos remotos. ¿Qué son las épocas del globo comparadas con la inmensidad de siglos que hemos necesitado para separar nuestro ser de la realidad exterior, para distinguir los lineamientos fundamentales de nuestro espíritu, para cuajar en él una sensación definida, una idea, para comprender la palabra ajena y pronunciar la propia, para tender uno a uno los hilos sutiles que nos atan a las cosas? Los sabios dirán que al cabo de tres o cuatro años un niño ha logrado todo eso. Mas esta apreciación se hace desde afuera. Por dentro, la formación de los sentidos y de la razón del hombre exige una eternidad. Retroceded en vuestra memoria, cavad el lecho de vuestro pasado; nunca hallaréis su límite, nunca exclamaréis: "comencé aquí". Siempre la oscura avenida se prolongará en la llanura, juntando y desvaneciendo trazos y colores en un punto inaccesible. Siempre quedará una vaga y creciente región por sondar. Llegaréis a las tinieblas, pero no al principio de vuestro ser. Todos llevamos en nosotros una historia tan antigua y venerable como la de la creación misma.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Constituido lo esencial del alma, fijos los rasgos principales del carácter y de la fisonomía, el tiempo se acelera. Todavía chiquillos aún, las horas duran; un día de fiesta, un almuerzo en el campo, representan tesoros casi inagotables de alegría; un mes resulta plazo indefinido; un año es la mitad de la existencia. Más tarde, adolescentes, el tiempo se encoge. Nuestra mirada alcanza más lejos; calculamos sin vértigo la fecha en que acabará el curso y hasta la carrera emprendida. Concebimos con exactitud sucesos que antes teníamos por prácticamente imposibles, la muerte de nuestros padres, nuestra propia muerte. Vemos envejecer. Envejecemos. El tiempo se apresura. El ritmo de nuestra vida retarda, y el tiempo corre y nos sumerge y nos desmorona. Cuando nuestro organismo, en su período inicial hacia las conquistas primordiales de la especie, se transformaba con frenesí creador, poseíamos el tiempo, es decir, el ritmo general de todo, nos uníamos a él, a él nos enroscábamos y le acompañábamos, y él era para nosotros espléndidamente interminable. Pero detenidos en nuestro desarrollo, inmóviles en nuestra efigie, el tiempo nos deja atrás y se aleja riendo, y pasa, insensiblemente más y más rápido. Apenas vivimos; somos un bloque de costumbres inveteradas, plantado en un ángulo del camino para marcar la distancia que otros recorren. En nosotros se lee la horrible velocidad del tiempo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El tiempo vuela, nos araña la carne, nos estruja, nos destroza al intentar arrebatarnos en su ligera huida. Ni siquiera nos aburrimos despacio. Hasta el dolor, hasta la desesperación concluyen pronto. ¿Qué son los años para el viejo? Minutos que faltan. Las aguas del río invisible se deslizan tan veloces que descubrimos al fin que algo las llama, las sorbe. El cauce se estrecha, las aguas no fluyen, caen. El tiempo se precipita, se desploma. Una línea corta la corriente. Es la catarata final: al borde el tiempo enloquecido empuña nuestros despojos miserables, y con ellos se lanza a la sima de donde nada vuelve.</div>
<br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;"><i><b>Publicado en "El Diario", Asunción, 22 de noviembre de 1907.</b></i></span></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-68751559348381462942013-10-26T23:00:00.000-03:002013-10-26T23:00:24.178-03:00Callejón sin salida - M. S. Papasquiaro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8mBTH645mIjVEC3qfLjnPT3iJSymGmCR7vhhCIh1IBH8q7L_e2KsGxu05JCejRakpMC2my57mUrIujckkl1rXD_WQWQsknFLxCitTS4hSuka-4h062FEPwAxeZ3F0f8IGGe61Vlwd-7U/s320/untitled.bmp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="141" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8mBTH645mIjVEC3qfLjnPT3iJSymGmCR7vhhCIh1IBH8q7L_e2KsGxu05JCejRakpMC2my57mUrIujckkl1rXD_WQWQsknFLxCitTS4hSuka-4h062FEPwAxeZ3F0f8IGGe61Vlwd-7U/s200/untitled.bmp" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Callejón sin salida / ayúdanos</div>
<div style="text-align: center;">
a ensanchar nuestros sentidos</div>
<div style="text-align: center;">
Tú tan ninguneado</div>
<div style="text-align: center;">
cueva / desierto / metrópoli filosa</div>
<div style="text-align: center;">
árida ranchería / témpano cortante</div>
<div style="text-align: center;">
puente dilatado por 1 gas</div>
<div style="text-align: center;">
que de repente pulveriza</div>
<div style="text-align: center;">
los inencontrables tréboles de 4 hojas</div>
<div style="text-align: center;">
que oxigenan alimentan prestan sus alas</div>
<div style="text-align: center;">
a tus pulmones heridos / a las pezuñas de canguro</div>
<div style="text-align: center;">
con que avanzan tus orillas</div>
<div style="text-align: center;">
Callejón sin salida</div>
<div style="text-align: center;">
tablita pirata</div>
<div style="text-align: center;">
salto de tigre</div>
<div style="text-align: center;">
transpiración entre la niebla</div>
<div style="text-align: center;">
LSD escurridizo</div>
<div style="text-align: center;">
rostro en el que vemos beber</div>
<div style="text-align: center;">
chupar su fuerza</div>
<div style="text-align: center;">
a las especies más nómadas</div>
<div style="text-align: center;">
de nuestros árboles de fuego</div>
<div style="text-align: center;">
Callejón sin salida</div>
<div style="text-align: center;">
voz de los inquietos</div>
<div style="text-align: center;">
canción de los difíciles</div>
<div style="text-align: center;">
biombo de cerezos</div>
<div style="text-align: center;">
que escogen para sus muecas los travestis</div>
<div style="text-align: center;">
Inyección de bastas</div>
<div style="text-align: center;">
papiro con signos</div>
<div style="text-align: center;">
al que sólo los imbéciles</div>
<div style="text-align: center;">
son capaces de no entregar su vista</div>
<div style="text-align: center;">
Cuna de motines</div>
<div style="text-align: center;">
incubadora de orgasmos</div>
<div style="text-align: center;">
hamaca carnívora</div>
<div style="text-align: center;">
en la que medito los jugos de jazz</div>
<div style="text-align: center;">
con los que saldré más fresco</div>
<div style="text-align: center;">
más brillante / de mis próximos incendios</div>
<div style="text-align: center;">
Aparentemente tú has decidido darnos la espalda</div>
<div style="text-align: center;">
acordonarnos los músculos del cuello</div>
<div style="text-align: center;">
triturarnos los fusibles</div>
<div style="text-align: center;">
jugar con nosotros al festín de los fantasmas</div>
<div style="text-align: center;">
Pero lo cierto en este crucigrama</div>
<div style="text-align: center;">
de barricadas temblonas</div>
<div style="text-align: center;">
camas destendidas</div>
<div style="text-align: center;">
citas inciertas</div>
<div style="text-align: center;">
con lo desconocido intrauterino</div>
<div style="text-align: center;">
Pero lo cierto en este crucigrama</div>
<div style="text-align: center;">
es que la lengua del poeta te visita</div>
<div style="text-align: center;">
el sudor del guerrillero penetra en ti / hasta los ojos</div>
<div style="text-align: center;">
los fetos electrizados del deseo aún insatisfecho</div>
<div style="text-align: center;">
bailan en tus vértebras</div>
<div style="text-align: center;">
forjan sus flautines</div>
<div style="text-align: center;">
prenden sus inciensos en tu pelvis</div>
<div style="text-align: center;">
Mientras tú les sonríes les conversas</div>
<div style="text-align: center;">
les regalas gasolina / soma vibrátil</div>
<div style="text-align: center;">
dentaduras trepadoras que arrancas de ti mismo</div>
<div style="text-align: center;">
& ya puedes considerarte</div>
<div style="text-align: center;">
socio : complice : infrarrealista hermanito nuestro</div>
<div style="text-align: center;">
Crucemos cojos / desgreñados o cantando</div>
<div style="text-align: center;">
los gises polvorientos de esta raya</div>
<div style="text-align: center;">
Callejón sin salida</div>
<div style="text-align: center;">
autostop que me doy a mi mismo</div>
<div style="text-align: center;">
Tu muslo izquierdo: enfermedad</div>
<div style="text-align: center;">
tu muslo derecho: medicina</div>
<div style="text-align: center;">
A la hora en que cierran sus taquillas</div>
<div style="text-align: center;">
los centros nocturnos & los circos</div>
<div style="text-align: center;">
En el momento en que se desmaya la venta de aspirinas</div>
<div style="text-align: center;">
consoladores hexámetros famosos</div>
<div style="text-align: center;">
es que tú apareces</div>
<div style="text-align: center;">
en vías de tatuarnos bajo la piel</div>
<div style="text-align: center;">
el rasguño primero de nuestro más obsesivo autorretrato</div>
<div style="text-align: center;">
& ya hasta te silbamos entre sueños</div>
<div style="text-align: center;">
& preferimos salir contigo & con cero pasaportes</div>
<div style="text-align: center;">
a estas calles / bulevares de moho</div>
<div style="text-align: center;">
pasadizos lechosos / vías directas a la hemorragia ámbar</div>
<div style="text-align: center;">
Callejón sin salida</div>
<div style="text-align: center;">
dinos con 1 ojo</div>
<div style="text-align: center;">
rehileteando 1 pestaña</div>
<div style="text-align: center;">
hacia dónde disparar</div>
<div style="text-align: center;">
suave / febrilmente </div>
<div style="text-align: center;">
nuestra última mirada-picahielo</div>
<div style="text-align: center;">
nuestros últimos cartuchos</div>
<div style="text-align: center;">
remolinos de clara vida & fresco semen</div>
<div style="text-align: center;">
Para la normalidad estamos muertos</div>
<div style="text-align: center;">
para la logística militar no existimos</div>
<div style="text-align: center;">
para las gélidas aguas del cálculo bursátil</div>
<div style="text-align: center;">
nuestras escamas / nuestras hélices</div>
<div style="text-align: center;">
son encías fantasmagóricas</div>
<div style="text-align: center;">
coágulos irresistibles de 1 resplandor</div>
<div style="text-align: center;">
que nos pretenden negar a escopetazos</div>
<div style="text-align: center;">
Pero tú bien sabes</div>
<div style="text-align: center;">
que muy muy dentro de ti</div>
<div style="text-align: center;">
acariciamos probamos tu bocado</div>
<div style="text-align: center;">
rajamos para siempre</div>
<div style="text-align: center;">
las alfombras sin luz propia del horóscopo</div>
<div style="text-align: center;">
Callejón sin salida</div>
<div style="text-align: center;">
callejón de muervida</div>
<div style="text-align: center;">
socio : cómplica : infrarrealista hermanito nuestro.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;"><i><b>Aullido de Cisne, 1996</b></i></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-53394978970778369792013-10-22T17:32:00.001-03:002013-10-22T18:32:28.746-03:00La justicia en China - Florencio Sánchez<div style="text-align: justify;">
<i><b><span style="font-size: x-small;">En Cuentos Anarquistas de América Latina. Pequeña Antología. Editorial Eleuterio.</span></b></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><b><span style="font-size: x-small;"><br /></span></b></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/fotos/sanchez_florencio.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="193" src="http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/fotos/sanchez_florencio.jpg" width="200" /></a>Los magistrados del Poder Judicial, son muy severos en la China, lo mismo que en todos los países civilizados.</div>
<div style="text-align: justify;">
En Pekín había un juez llamado Tío Kin, que era un modelo en el ejercicio de su ministerio.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sabía de memoria todos los Códigos del Celeste Imperio, y recitaba todos los artículos de la ley con una precisión admirable.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me parece que los veo, sentado en su tribunal, con su fisonomía rechoncha, los ojos diminutos, a la moda del país; la cabeza afeitada y la coleta tiesa como un rabo de zorro.</div>
<div style="text-align: justify;">
Varios personajes rodeaban el estrado, y le ayudaban en la administración de la justicia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sus fallos eran inapelables.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando pronunciaba sentencia, el secretario abría un gran libro amarillo, en el que estaban ya redactadas, para mucho tiempo, las fórmulas de ley, y no había más que llenar los blancos, así como se llenan las matrículas de los peores conciertos en nuestras Comisarías de Policía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cierto día compareció ante el juez un pobre chino, a quien se acusaba de haberse robado y comido un huevo.</div>
<div style="text-align: justify;">
El magistrado se revistió de la mayor gravedad, y le interrogo así:</div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Cómo te llamas?</div>
<div style="text-align: justify;">
- Kin Fo</div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Por qué te comiste ese huevo?</div>
<div style="text-align: justify;">
- Porque tenía hambre.</div>
<div style="text-align: justify;">
- Pues bien: la ley es muy clara a este respecto. Escucha tu sentencia: "Todo el que robare alguna cosa, por pequeña e insignificante que sea, será castigado con la pena de muerte", Artículo 3, del Código Verde. Te condeno a la horca administrando justicia, etc. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El secretario abrió el libro amarillo y lleno cuatro vacíos con estas palabras: Kin-Fo-Huevo-Horca.</div>
<div style="text-align: justify;">
El reo dio un golpe sobre la mesa, para llamar la atención del juez, y le mostró una pluma de pavo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Era la insignia de los mandarines. El reo era, pues, un Mandarín, y esto no lo había advertido a tiempo el magistrado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El doctor Tío Kín, se rascó la cabeza, como hombre que no sabe qué hacer, y al final dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Estas leyes del Celeste Imperio son tan intrincadas, que bien puede dispensarme el señor Mandarín que está presente, acusado por una pequeñez, a que medite un momento sobre su causa.</div>
<div style="text-align: justify;">
Meditó un rato el chino, o hizo que meditaba, y declaró que aunque la ley hablaba del robo en general, no encontraba en ella ningún artículo referente al robo de huevos, lo cual significaba: que no había castigo alguno para esa falta y en consecuencia, administrando justicia, etc., le declaraba absuelto.</div>
<div style="text-align: justify;">
El Secretario volvió a abrir el libro amarillo, tachó la palabra Horca, puso Absuelto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Con qué facilidad se hacen estas cosas en la China!</div>
<div style="text-align: justify;">
El juez, entre tanto, se decía para su coleta: ¡Que plancha habría hecho que yo hubiera condenado a ese Mandarín de tres colas!</div>
<div style="text-align: justify;">
Aún no se había retirado éste del juzgado, cuándo fue acusado de haberse robado también la gallina que puso el huevo anterior.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.museo-oriental.es/imagenes/didactica/China,%20una%20cultura%20milenaria/oficiales.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.museo-oriental.es/imagenes/didactica/China,%20una%20cultura%20milenaria/oficiales.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
El magistrado sudaba de frío. ¡Ya que el delito era más grave! ¡Cómo transigir! Sin embargo, muerto de miedo, escarbó el código y encontró un artículo que decía: "Al que se apropiara de animales ajenos, como gallinas, patos, cerdos, etc., se le cortará la cabeza".</div>
<div style="text-align: justify;">
El reo confesó su delito, con gran disgusto del juez, que hubiera querido que lo negara.</div>
<div style="text-align: justify;">
¿Qué hacer, pues? la ley era terminante; Tío Kín recordaba que algunos mandarines habían sido ajusticiados en otra época, y aunque la mano le temblaba firmó la sentencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero, al levantar la vista, observó con asombro que el reo tenía pendiente del cuello el botón de cristal, símbolo de los grandes chambelanes del imperio.</div>
<div style="text-align: justify;">
Inmediatamente se pusieron todos de pie ante el sindicado y le saludaron con el más profundo respeto. Sólo el Secretario, que era algo miope, y estaba ocupado por la tercera vez en enmendar la sentencia, demoró algo en levantarse y doblar el espinazo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pasado el primer momento de sorpresa, volvió el juez a registrar el código, estudió mejor el plazo y declaró, citando en su apoyo la opinión de notables juristas chinos, que aquello de que se le cortara la cabeza, que constataba en la ley, se refería únicamente a la cabeza del ave robada, nunca a la del ladrón, por lo cual suplicaba a éste tuviera la bondad de decapitar a la gallina, para satisfacer a la vindicta pública.</div>
<div style="text-align: justify;">
El Secretario se puso los lentes, abrió el libro amarillo, borró y escribió por la cuarta vez: </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Pero, es el caso, exclamó el reo, sacando la corona de príncipe imperial y poniéndosela en la cabeza -, que como el dueño de la gallina me impidiera despojarle de su propiedad, yo le maté enseguida.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.museo-oriental.es/imagenes/didactica/China,%20una%20cultura%20milenaria/La%20Corte%20Imperial%20y%20los%20eunucos.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="238" src="http://www.museo-oriental.es/imagenes/didactica/China,%20una%20cultura%20milenaria/La%20Corte%20Imperial%20y%20los%20eunucos.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
El personal del juzgado le hizo una profunda reverencia, en tanto que el portero, sabiendo de lo que ocurría, corrió a izar la bandera amarilla, en el balcón del palacio, para que supiera el pueblo de Pekín, que un principie honraba la mansión con su presencia. Y cuando estuvo izada, vino trayendo el almohadón de seda y el dosel de púrpura para el hijo del soberano; pero éste ya salía gravemente de la sala entre dos filas de altos dignatarios, encorvados hasta el suelo y precedido por el magistrado, que rompió la marcha tocando el gong.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sólo el secretario andaba algo rezagado, motivo de haber tenido que romper, cuidadosamente para que no se notara, la página 3114 del libro de las sentencias. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al día siguiente, se instaló el tribunal, fue denunciado por un vendedor de té, de que no se había posternado cuando salía el príncipe del palacio de justicia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y, por supuesto, lo ahorcaron, porque la justicia en muy severa en Pekín.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
***</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¡Qué cosas pasan en la China! - dirán mis lectores.</div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí - digo yo -; parece que pasaran aquí.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"><b>Originalmente publicado en Semanario El Sol, Argentina, 1900. </b></span></i></div>
<br />Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-86733536900585242432013-10-21T13:44:00.002-03:002013-10-21T13:51:13.014-03:00No me conteis más cuentos - León Felipe.<div style="text-align: center;">
<b>I</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>(Introducción al poema "Un signo... ¡Quiero un signo!") </b></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Ya se han <i>contado</i> todos.</div>
<div style="text-align: center;">
Todos se han dicho y se han escrito.</div>
<div style="text-align: center;">
Y todos se han ovillado y archivado.</div>
<div style="text-align: center;">
Los ha contado el viejo patriarca,</div>
<div style="text-align: center;">
los han cantado el coro y la nodriza</div>
<div style="text-align: center;">
los ha dicho un idiota, lleno de estrépito y de furia,</div>
<div style="text-align: center;">
se han grabado en la ventana y en la rueda</div>
<div style="text-align: center;">
y se han guardado en cajas fuertes las matrices.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Hay réplicas exactas de todas las tragedias,</div>
<div style="text-align: center;">
discos fonográficos de todas las salmodias,</div>
<div style="text-align: center;">
y placas fotográficas de todos los naufragios.</div>
<div style="text-align: center;">
Ninguno se ha perdido. Estad tranquilos.</div>
<div style="text-align: center;">
Se sabe que el poema es una crónica,</div>
<div style="text-align: center;">
que la crónica es un mito,</div>
<div style="text-align: center;">
la Historia, una serpiente que se muerde la fábula</div>
<div style="text-align: center;">
y el poeta el cronista del Rey y el Arzobispo:</div>
<div style="text-align: center;">
<i>el narrador de cuentos</i>.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Todos se han registrado.</div>
<div style="text-align: center;">
Y todos están vivos todavía. Ahí pasa el pregonero:</div>
<div style="text-align: center;">
"¡Cuentos!... ¡Cuentos!.. ¡Cuentos!... " </div>
<div style="text-align: center;">
Es aquel viejo vendedor de sombras y de risas</div>
<div style="text-align: center;">
que ahora pregona cuentos.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Pero yo no quiero cuentos...</div>
<div style="text-align: center;">
No me contéis más cuentos.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<b>II </b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>Se todos los cuentos</b></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Yo no sé muchas cosas, es verdad.</div>
<div style="text-align: center;">
Digo tan sólo lo que he visto.</div>
<div style="text-align: center;">
Y he visto:</div>
<div style="text-align: center;">
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,</div>
<div style="text-align: center;">
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,</div>
<div style="text-align: center;">
que el llanto del hombre lo taponan en cuentos,</div>
<div style="text-align: center;">
que los huesos del hombre los entierran con cuentos...</div>
<div style="text-align: center;">
y que el miedo del hombre...</div>
<div style="text-align: center;">
ha inventado todos los cuentos.</div>
<div style="text-align: center;">
Yo sé muy pocas cosas, es verdad.</div>
<div style="text-align: center;">
Pero me han dormido con todos los cuentos...</div>
<div style="text-align: center;">
y sé todos los cuentos.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;"><i><b>Revista Babel n°22, Julio-Agosto, 1944.</b></i></span></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-41952154686996379772013-10-20T20:34:00.001-03:002013-10-20T20:34:03.842-03:00Cuadros de la vida - José Santos González Vera<div style="text-align: justify;">
<a href="http://letras.s5.com/fjo2310111.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://letras.s5.com/fjo2310111.jpg" width="160" /></a><span style="font-size: x-small;"><i><b>Extraído de Letras Anarquistas. Artículos periodísticos y otros escritos inéditos de M. Rojas y J.S. González Vera. (compilados por Carmen Soria)</b></i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando llego a la inmunda pocilga que tengo por refugio, contemplo la miseria que ella encierra, siento el germen de la rebeldía que invade mi ser; las ideas macabras cruzan en tropel desordenado por mi mente, luego se esfuman como visiones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al atardecer salgo a dar el paseo de costumbre: las calles del barrio obrero mal pavimentadas; en altos y bajos, contemplo con tristeza los raquíticos muchachos del pueblo; las escuálidas vírgenes del lodo; los obreros que salen de las fábricas, algunos encorvados por el peso del dolor y la miseria; otros flacos y pálidos, que parecen salidos de las tumbas; y así desfilan los mártires del trabajo, casi todos van hacia un mismo punto: "La cantina", que es una de las armas más poderosas de la burguesía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego tornando a un barrio burgués cambia el paisaje; los parásitos charlatanes producen una bulla infernal con sus voces chillonas; otros afortunados hablan de las conquistas de vacaciones, mientras consumen cigarrillos; allá un industrial con cara de tonto grave se queja de las crisis industriales; que los operarios no se cansan de pedir aumento de salarios... y sigue el drama...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las burguesillas van aprendiendo movimientos voluptuosos; sus angostos vestidos de seda producen sonidos quejumbrosos que reflejan tal vez el pedazo de vida que arrancó de la operaria al hacerlo. Hablan... hablan como locas... algunas cuentan que decepcionaron a sus amantes por sus ideas anti-religiosas... y así sucesivamente siguen las alegrías y las penas...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfbb-57bDwEdjeofqaPxLwkLQI0XdoXqqEbIJMO0ye2Ql5J0HEljJRy23XC5lCs-9qFLH4jIYTykXEbZIH45lJMKAgXTif52Slqp8ymJHEYBDKzFpRiAuMHDEkPwC6A4yYXynsVHugQOS1/s1600/conventillo%255B1%255D.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfbb-57bDwEdjeofqaPxLwkLQI0XdoXqqEbIJMO0ye2Ql5J0HEljJRy23XC5lCs-9qFLH4jIYTykXEbZIH45lJMKAgXTif52Slqp8ymJHEYBDKzFpRiAuMHDEkPwC6A4yYXynsVHugQOS1/s320/conventillo%255B1%255D.jpg" width="320" /></a>Aquí los burgueses se extasían en orgiante placer... y allí los miserables obreros enloquecen de hambre...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y sigue el eterno drama de la vida... sigue... sigue... adelante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"><b>Originalmente publicado en Verba Roja, primera quincena de febrero, 1914</b>. </span></i></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-36770684270177081702013-10-11T01:28:00.001-03:002013-10-21T13:05:49.899-03:00La palabra última - Manuel RojasMe has dicho: no te quiero.<br />
Yo he sentido una gran alegría.<br />
Y una gran pena.<br />
Alegría, porque me siento así mas solo y más libre que nunca.<br />
Y pena, porque mi corazón, dulce siervo, siempre sentirá<br />
la nostalgia de una dorada esclavitud.<br />
Y por esto, yo no sé si sonreír o llorar ahora.<br />
<br />
Tu cariño me hizo amar durante algún tiempo la vida,<br />
los bosques profundos, el cielo, el mar.<br />
Y ahora, solo, mi antiguo amor por la muerte renace.<br />
Yo debería agradecer tu palabra de liberación.<br />
Pero mi espíritu tiembla ante la voz de su vieja soledad.<br />
Y estoy con los ojos cerrados, en la actitud de un ciego<br />
que escucha.<br />
<br />
Y pensar que todo habría sido suave y fácil.<br />
Una palabra habría bastado.<br />
Y nos hubiéramos unido largamente.<br />
Pero tal vez nuestra continuada compañía me habría<br />
hecho aborrecer mi libertad.<br />
Y entonces habría llorado largamente.<br />
Porque es lo que más quiero después de ti y antes de la muerte.Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-40769539343176520762013-10-01T18:30:00.003-03:002013-10-02T15:13:07.124-03:00Nicanor Parra: Hoy el sujeto es el planeta<div style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<i><b><span style="font-size: x-small;"><a href="http://archivolucefabbri.files.wordpress.com/2013/05/opcion-libertaria-nc2b003-agosto-1987.pdf">En Opción Libertaria N°3, GEAL (Grupo de Estudios y Acción Libertaria), Montevideo, 1987.</a></span></b></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHONmnVAMKpm6jk4dXOtsaCcHHa0sYROMsdMr7Gm6NKh0Ve5N28EGw4VCj8neSQ5Mo72YtKMJ1HS7Jvutc62gVR10xaHlGmr2r3sJ_7mDruFGgP931x7dPXKBR1FL7DJ3METoIp5ycfNPf/s1600/opcion+libertaria.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></a><a href="http://static.latercera.com/20120905/1612830_600.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="177" src="http://static.latercera.com/20120905/1612830_600.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
Sí. El tema de los temas de hoy
en Chile es la vuelta a la democracia. Ahora uno se pregunta ¿cómo es que uno
quiera volver a una situación en la que ya estuvo y de la que quería salir? ¿no
estaremos en peligro de repetir o de estar en presencia de un disco rayad? Si volvemos
a la democracia, los viejos problemas sobreviven, evidentemente. La democracia
no es la solución definitiva, la democracia burguesa, la democracia como se ha
dado en Chile y en otros países, se entiende… De modo que yo personalmente*,
que apoyo la vuelta a la democracia, tengo que tratar de autojustificarme. ¿Por
qué creo que se impone la vuelta a la democracia? Por una razón muy sencilla:
sin ella no se salva nada. Y nuestro deber fundamental en estos momentos es la
supervivencia. El planeta se encuentra en pésimas condiciones. Está moribundo. ¿Y
quiénes son los asesinos del planeta? El complejo industrial-militar. Entiendo por
ello al capitalismo y al socialismo “real”, que en la práctica han resultado,
como sistemas, tan depredadores. De modo que nosotros no volvemos a la
democracia para reanudar la vieja lucha; el reemplazo del sistema burgués por el sistema proletario. Es que han
surgido en los últimos tiempos problemas gravísimos y en los que aspectos de la
cuestión social serían solo eso; aspectos.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
En la dictadura, o sea en una
situación de capitalismo virulento, resulta imposible todo intento de
comprender el problema y procesarlo. El capitalismo no dispone de herramientas
para entender la cuestión. Como tampoco dispone de ellas el socialismo “real”,
desafortunadamente. Marx entendió, mucho mejor que el liberalismo, el problema
económico, el de la explotación del hombre por el hombre. Pero la relación del
hombre con la naturaleza no es satisfactoria en el enfoque marxista, según el
pensamiento ecologista, en vez de partir de Marx, prefiere un planteamiento
contemporáneo más coherente: el planteamiento de Kropotkin. Pienso en un
ecologista norteamericano, por ejemplo: Murray Bookcheen. En su libro, “Ecología
de la libertad”, aporta una nueva cosmovisión, una especie de nuevo “Capital”.
Y todo esto tiene más que ver con el socialismo libertario que con el
socialismo autoritario.</div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Estas filosofías sociales
decimonónicas tienen sus fallas. En su época significaron valiosos pasos
adelante en la historia del hombre y en la caracterización de la lucha de
clases. Pero hoy éstos son solo cuestiones parciales de las estructuras y de
las situaciones más graves que operan entre bastidores.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Pienso en este momento en las
relaciones jerárquicas generales. El ¡NO! a las relaciones jerárquicas, es una
de las primeras intuiciones del ecologismo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
¡NO! A la relación jerárquica de
amo a esclavo entre hombre y mujer, por ejemplo. Como una metáfora de fondo, el
trato que da el complejo industrial-militar a la naturaleza no es nada más que
otra cara del machismo: la naturaleza, como mujer, y el hombre comportándose
ante ella de una manera autoritaria. Habría entonces que retroceder, habría que
buscar entre bastidores y encontrar allí el último núcleo de las dificultades
sociales y comunitarias.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y hasta las del hombre con la
naturaleza y consigo mismo. En síntesis estoy pensando en una vuelta a la
democracia en Chile, pero con fines planetarios. En otros términos: acción
puntual en Chile y en todas partes, pero con la obligación de pensar globalmente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Las soluciones para estos dilemas
que se barajan de ordinario son convincentes desde un de vista tradicional,
pero carecen de plausibilidad ecológica. Una de las soluciones propuestas es el
enfrentamiento. Pero esto viene a ser sinónimo de colapso ecológico y de
holocausto nuclear. ¡NO al enfrentamiento! para empezar. Eso nos llevaría al
Apocalipsis. ¿Habría que renunciar a la acción? ¿Habría que renunciar a la
lucha? No. En su libro “Psicoanálisis y ecología”, Cesarman dice que no hay que
extrañarse de lo que ocurre en el planeta. Si fuera lícito extrapolar los
principios del psicoanálisis individual a la sociedad, veríamos que la
comunidad humana está recibiendo como ordenes profundas de fuertes impulsos tanáticos.
No se conoce ningún sistema que sea eterno, que sea inmortal. De modo que este
que llamamos “sociedad humana” está tan expuesto como cualquier otro al
desgaste y a la muerte.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHONmnVAMKpm6jk4dXOtsaCcHHa0sYROMsdMr7Gm6NKh0Ve5N28EGw4VCj8neSQ5Mo72YtKMJ1HS7Jvutc62gVR10xaHlGmr2r3sJ_7mDruFGgP931x7dPXKBR1FL7DJ3METoIp5ycfNPf/s1600/opcion+libertaria.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHONmnVAMKpm6jk4dXOtsaCcHHa0sYROMsdMr7Gm6NKh0Ve5N28EGw4VCj8neSQ5Mo72YtKMJ1HS7Jvutc62gVR10xaHlGmr2r3sJ_7mDruFGgP931x7dPXKBR1FL7DJ3METoIp5ycfNPf/s320/opcion+libertaria.jpg" width="230" /></a>Repensarlo todo de nuevo; esa
sería la primera obligación. Y en esta responsabilidad de repensar la realidad
social desde un punto cero, hay que estar en condiciones de responder a ls
siguiente pregunta; ¿quién es el culpable del lamentoso estado actual del planeta?
Hemos condenado al capitalismo y al socialismo “real”, pero estas filosofías
fueron de muy buenas intenciones, porque ambas querían construir el Paraíso en
la Tierra. ¿No habría una falla anterior? Se me ocurre que sí. En la Reforma
estarían dadas las raíces del capitalismo, especialmente en Calvino, con su
endiosamiento del trabajo. El trabajo no es otra cosa que acción sobre la
naturaleza. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Transformación de la naturaleza
en artefacto, en chatarra. Y todo esto opuesto al principio de finitud de la
naturaleza descubierto por la ciencia contemporánea: la naturaleza no tiene una
capacidad infinita de autorregulación.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Los ecologistas piden una
solución lúcida del problema social. No una solución de ojos cerrados. Y no
estoy hablando de la ecología académica tradicional inventada por Heckel en el
siglo XIX: una ciencia estudia la prelación de una especie con su medio. Ni
tampoco refiriéndome a esa doctrina dedicada a salvaguardar, por ejemplo, la
vida de las ballenas o de las focas o interesada en plantar arbolitos.
Naturalmente que todas estas actividades son bienvenidas. Pero son
absolutamente insuficientes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Maquillajes, coartadas, movidas.
No son soluciones. Cuando digo ecologismo estoy pensando en las Propuestas de
Daimiel, que los ecologistas españoles produjeron en el año 1978. Un movimiento
socioeconómico basado en la idea de armonía de la especie con su medio, que
lucha por una vida lúdica, creativa, igualitaria, pluralista, libre de
explotación y basada en la comunidad y colaboración de las personas. Los
auténticos presupuestos de una ecología social, realizada más allá de los
términos de una ecología académica y de conservacionismo ambiental.</div>
<div class="MsoNormal">
<b style="font-size: small; text-align: right;"><i><br /></i></b></div>
<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: right;">
<span style="text-align: left;"><i><b><span style="font-size: x-small;">Originalmente publicado en Crisis No. 52, marzo 1987, p.22-25.</span></b></i></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p></div>
</div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-72670171433403159022013-09-29T19:57:00.004-03:002013-09-29T19:58:20.537-03:00Contra el voto electoral - Eliseo Reclus<div style="border: 0px; font-family: 'Trebuchet MS', Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; margin-bottom: 10px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
Los bueyes van al matadero, nada dicen, nada esperan, pero al menos no votan por el carnicero que los deba matar, ni por el burgués que los deba comer. Más bestia que las bestias, más buey que los bueyes, el elector nombra sus carniceros y elige sus verdugos. ¡Y que haya hecho revoluciones para conquistar este derecho!</div>
<div style="border: 0px; font-family: 'Trebuchet MS', Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; margin-bottom: 10px; padding: 0px; text-align: right; vertical-align: baseline;">
<b>Eliseo Reclus. </b></div>
<div style="border: 0px; font-family: 'Trebuchet MS', Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; margin-bottom: 10px; padding: 0px; text-align: right; vertical-align: baseline;">
<i>Revista Claridad, Vol.4, N°114, 1923, Chile.</i></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-15668414010527280542013-09-02T00:05:00.000-04:002013-09-05T16:21:15.785-04:00Polvo y Viento - José Domingo Gomez Rojas<div style="text-align: center;">
Hoy caen los crepúsculos de mi alma </div>
<div style="text-align: center;">
y dormido me encuentran las auroras; </div>
<div style="text-align: center;">
tengo tantas estrellas en mi ensueño </div>
<div style="text-align: center;">
que hay un divino azul hasta en mi sombra.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Es tan honda la noche de mi espíritu </div>
<div style="text-align: center;">
que en un éxtasis vivo su belleza </div>
<div style="text-align: center;">
y la muerte se acerca hasta mis besos </div>
<div style="text-align: center;">
como virgen vestida con estrellas.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Yo dormiré algún día bajo tierra </div>
<div style="text-align: center;">
y ni mi sombra vagará perdida; </div>
<div style="text-align: center;">
no seré ni recuerdo, ni fantasma, </div>
<div style="text-align: center;">
ni amor lejano, ni canción perdida.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Sólo entonces, tal vez, duerma tranquilo, </div>
<div style="text-align: center;">
sin inquietud alguna... Las estrellas</div>
<div style="text-align: center;">
seguirán en los cielos, y los hombres </div>
<div style="text-align: center;">
viviendo sus dolores por la tierra.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Y yo estaré tranquilo con el polvo </div>
<div style="text-align: center;">
sobre mi corazón, sobre mis labios; </div>
<div style="text-align: center;">
pasarán los millones de centurias... </div>
<div style="text-align: center;">
habrán muerto y nacido muchos astros...</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Así quiero dormir bajo los siglos, </div>
<div style="text-align: center;">
vestido con el polvo de lo eterno; </div>
<div style="text-align: center;">
yo que rodé cual lágrima en el mundo </div>
<div style="text-align: center;">
quiero apenas ser polvo sobre el viento.<br />
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;">Elegías, 1935.</span></i></div>
</div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-64687470145811165872013-08-23T14:55:00.002-04:002013-09-05T16:18:13.692-04:00De qué se nutre la esperanza - Manuel Rojas <br />
<div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://fbcdn-sphotos-e-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash3/p480x480/1234757_172761162907144_892612238_n.jpg" style="clear: right; display: inline !important; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://fbcdn-sphotos-e-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash3/p480x480/1234757_172761162907144_892612238_n.jpg" width="183" /></a>Todo ser humano, por miserable que sea su condición, tiene una esperanza, pequeña o grande, noble o innoble, inalcanzable o próxima, pero esperanza al fin. Una parte de su ser vive en y de esa esperanza, se alimenta de ella y en ella.</div>
<div style="text-align: justify;">
Hay días en que esa esperanza amanece reducida al mínimo, misérrima, espantosamente misérrima. Sus posibilidades de realizarse se han alejado o destruido y el ser humano piensa y siente que más valdría que esa esperanza muriese y con ella aquella parte de su ser que vive de ella y en ella, que se alimenta en ella y de ella y que en esos momentos ni se alimenta ni vive, pues está miserable, tan miserable como la esperanza misma.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero el hombre tiene, además, otra esperanza: la de que han de venir días mejores para la suya. La deja, entonces, así, pequeña, entumecida, raquítica, y espera; rechazarla sería rechazarse a sí mismo, matarla equivaldría a matar lo que él más estima en sí mismo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hay veces en que el ser humano espera vanamente: su esperanza muere en él, tan marchita como él. Otras veces, en cambio, en aquella raíz casi podrida hay un rebrote, un rebrote que puede morir al poco tiempo o que puede traer otros y otros, fuertes y erguidos, apretados de savia, casi agresivos de vitalidad. El ser humano se siente entonces como debe sentirse un rosal en septiembre: pleno, próximo a estallar incapaz de resistir la ola de vida que asciende y circula por sus venas. La esperanza está próxima a convertirse en realidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se ha esperado mucho tiempo, han transcurrido muchos días, terribles y amargos días, días de silencio, días en que se prefería no recordar que se tenía esperanza, días de rencor contra aquellos que impedía su desarrollo, días de desprecio para lo que pudiendo vigorizarla, no la vigorizaba. Días de desprecio, en fin, para sí mismo. ¿Cómo se pudo poner una esperanza en manos tan inhábiles, entregarla a dedos tan torpes, a fuerzas tan inútiles?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Todo aquello, sin embargo, no fue en vano: aquí está la esperanza, rebrotando con una fuerza que produce miedo, con una que está casi más allá de nuestra capacidad de soportarla. Es triste, claro está, muy triste que una esperanza se nutra de hombres muertos, de ciudades rendidas o destrozadas, de incendios, de sangre y de exterminio, pero no siempre le es dado al hombre elegir la materia con que se nutrirá la esperanza.</div>
</div>
<i></i><br />
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"><br /></span></i></div>
<i>
<span style="font-size: x-small;"><div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;">Revista "Babel"</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;">N° 46. Santiago, 1948.</span></i></div>
</span></i>Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-32480607245202967842013-08-16T22:24:00.001-04:002013-09-05T16:18:22.253-04:00La eternidad - Gonzalo Rojas Sin tener qué decir, pero profundamente<br />destrozado, mi espíritu vacío<br />llora su desventura<br />de ser un soplo negro para las rosas blancas,<br />de ser un agujero por donde se destruye<br />la risa del amor, cuyos dos labios<br />son la mujer y el hombre.<br /><br />Me duele verlos fuertes y felices<br />jurarse un paraíso en el pantano<br />de la noche terrestre,<br />extasiados de olerse y acecharse<br />como los muertos, solos.<br /><br />"Oh amantes: no durmáis hasta la aurora,<br />hasta que el sol reemplace vuestra furia<br />y entre por las cortinas a besaros los ojos.<br />No durmáis, Juventud, que la Vejez<br />os espía detrás de la ventana<br />con su cara invisible".<br /><br />"No durmáis, proseguid<br />vuestra lucha, templad<br />sin cesar vuestras arma seductoras<br />con el tacto insaciable, con la sed<br />del primer huracán, a sangre y fuego.<br />No durmáis. Que el furor<br />os libre de mis manos asesinas".<br /><br />"Soy vuestra peste. Soy<br />el que os sopla al oído la verdad de la tierra,<br />los designios aciagos:<br />he perdido mi cuerpo, porque yo soy la voz<br />de los cuerpos perdidos".<br /><br /><div>
"No durmáis, hasta el sol.<br />No durmáis, mis hermosos amantes. No escuchéis<br />las olas del abismo".<br /><br />Todos me ven y me oyen,<br />todos me temen, todos los que sufren el tiempo<br />como una pesadilla indescifrable,<br />y todos me preguntan quién soy, pero es inútil:<br />mi máscara es la noche.<br /><br /><span style="font-size: x-small;"><i>En La Miseria del Hombre, 1948</i></span></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-64004998797330423802013-08-07T01:48:00.001-04:002013-08-07T01:54:20.584-04:00Mar de Antofagasta - Andrés Sabella<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1nPAwxN1JIol2DNEKvI4GW3AQqlNYmUe0W4zNmTJpD32Ro3JrcjBUnjDoJQK6oBY9wT1ZLVLdR-rxQnd-76pfdrvlrUEzm6j-87kQlgLE2SQpWe2DIli5ClsFSlc7POe0ax3JBwIPsZvh/s1600/Scan22.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1nPAwxN1JIol2DNEKvI4GW3AQqlNYmUe0W4zNmTJpD32Ro3JrcjBUnjDoJQK6oBY9wT1ZLVLdR-rxQnd-76pfdrvlrUEzm6j-87kQlgLE2SQpWe2DIli5ClsFSlc7POe0ax3JBwIPsZvh/s320/Scan22.jpg" width="320" /></a></div>
Este Mar<br />
<div>
fue el patio</div>
<div>
de mi infancia.</div>
<div>
Me columpiaba </div>
<div>
en el cordel</div>
<div>
del horizonte</div>
<div>
y en navidad<br />
le ponía<br />
barba de algas<br />
a mi padre.<br />
Mi cabellera<br />
entonces,<br />
era el viento.<br />
En el patio del Mar,<br />
perdí mi frente de niño.<br />
Comenzaba el naufragio.</div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-81390078361467002952013-07-31T22:34:00.000-04:002013-10-21T14:27:06.580-03:00La muralla de los suicidas - José González Vera<br />
<div style="text-align: justify;">
<a href="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5d/Jos%C3%A9_Santos_Gonz%C3%A1lez_Vera.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5d/Jos%C3%A9_Santos_Gonz%C3%A1lez_Vera.jpg" /></a><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><i>José Santos González Vera (1897-1970) en Revista Claridad Vol. 3 N°78, 1922.</i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><i><br /></i></span></div>
La costumbre es una cosa tremenda. Hasta para suicidarse las personas buscan un sitio que no sea de mal tono. Es de mal tono lo incorrecto e incorrecto, lo desacostumbrado. Lo natural es que se elija un sitio donde otros se hayan suicidado. Así se prestigian los vencidos por la desesperación y así se consagra el lugar. Antes, cuando el suicidio era un acto de lujo, la gente se suicidaba en cualquier parte: se tiraba a un estanque, se tendía en la vía férrea, se cortaba las venas, se tragaba una dosis de sublimado, se ahorcaba o se baleaba la sien. En esa época para suicidarse era menester cierta independencia económica. Se necesitaba algún tiempo para determinar la forma de suicidio; era indispensable comprarse un traje negro, adquirir una. pistola legítima o conseguir venenos auténticos. Los pobres estaban condenados a vivir. Por falta de recursos no podían balearse, envenenarse, cortarse las venas o ahorcarse. Cuando estaban demasiado aburridos se ponían en los rieles; pero a lo mejor el tren no pasaba o eran sorprendidos. En este último caso además de sufrir una contrariedad, recibían palizas y carcelazos. Esta injusticia, derivada del régimen capitalista, se extinguió cuando algunos suicidas bien inspirados, dieron en la democrática treta de cumplir su objetivo tirándose por la muralla del cerro Santa Lucía que da a la calle del mismo nombre. Ahora el suicidio está al alcance de todas las personas. Los pobres, en lo que a este asunto se refiere, no tienen de qué quejarse.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los días de trabajo con diez centavos quien quiera puede subir al cerro y llegar a la muralla de los suicidas. El paisaje es delicioso. Los pajarillos cantan desde el alba hasta la noche. Se asciende por un caminito muy bien cuidado. A medio camino hay bancos rodeados de enredaderas. Si se camina con ánimo contemplativo, los espectáculos no faltan. A un lado se extiende la masa del cerro con sus árboles, sus flores, sus fuentes y sus monumentos. Desde el misterio de las hojas, llegan mil y mil murmullos; a veces se oyen risas de mujer o lejanos sonidos de campana. Es muy posible que esta clase de espectáculos no agrade a ciertas personas. En ese caso puede el interesado mirar en sentido contrario. La ciudad avanza con sus miles de edificios hasta el horizonte. Se elevan las torres de las iglesias. Sus cruces, si el paseante es católico, pueden recordarle que Dios aún existe y si no lo es, pueden sugerirle la idea de que simbolizan la mentira. El paseante, sin esfuerzo, verá las infinitas chimeneas que empañan con su humo la limpidez del cielo. Y podrá pensar que el trabajo tal como se realiza, es el pulpo de los hombres. La ciudad le evocará todo su pasado. Verá a sus queridas, a sus amigos, a su familia. Pensará en sus luchas, en sus sueños no realizados, en su historia. Y .habrá llegado a la muralla anhelada. Mirará por última vez a los hombres que se afanan en bajos menesteres y sonreirá con una sonrisa heroica. El hombre que va a morir, puede pensar, si en ello encuentra algún placer, que con su muerte la humanidad sufrirá una pérdida irreparable.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="http://bimg1.mlstatic.com/antiguo-album-fotos-cerro-santa-lucia-1910-santiago-huelen_MLC-F-40139662_9770.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="207" src="http://bimg1.mlstatic.com/antiguo-album-fotos-cerro-santa-lucia-1910-santiago-huelen_MLC-F-40139662_9770.jpg" width="320" /></a>La muralla de los suicidas permanece siempre en un espléndido aislamiento. Su misma fama la hace inaccesible a cuantos no sienten sinceramente el encomiable deseo de suicidarse. Los paseantes para no obsesionarse con la idea de término, prefieren andar por otros caminos, y los guardianes guiados por el noble propósito de cumplir con su deber durante muchos años, imitan a los paseantes. Puede pues, el joven o el anciano cansado de vivir, llegar hasta ese lugar de liberación. Ningún obstáculo se opondrá a su paso, ninguna circunstancia amenguará su determinación. Además de todas las ventajas pálidamente enumeradas, la muralla de los suicidas, puede decirse que está en pleno centro. Apenas el suicida. se lanza a la calle, todo el mundo se da cuenta del hecho y forma el escándalo del caso. En seguida acude el carro de la Prefectura y carga los despojos. Los reportees también son informados al momento. Los diarios al siguiente día dan la noticia con toda suerte de detalles. No se puede negar que la muralla reúne todas las condiciones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aún más. Si el suicida es aficionado a la publicidad puede liquidarse en la mañana. Así conseguirá que los diarios de la tarde den cuenta del hecho a dos columnas. Amen.</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: center;">
<span style="text-align: right;"> </span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
P. S.–Las personas que no posean diez centavos pueden aprovechar el día Domingo. La entrada es gratuita.<br />
<div style="text-align: right;">
<i>González Vera</i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><b><span style="font-size: x-small;">Revista Claridad n°78, 1922.</span></b></i></div>
</div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-51406676022852109822013-07-30T01:20:00.001-04:002013-07-30T01:20:37.841-04:00Definición del hombre actual - Gonzalo Drago <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><b>En Actitud. Revista del grupo "Los Inútiles".</b></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El hombre actual, acosado por las jaurías del odio colectivo
que divide al mundo en dos inmensos bandos de ideas irreconciliables, limitado
por la intensa y tendenciosa propaganda guerrera de los países en lucha,
influenciado por los demagogos y encadenado por los políticos, se debate en
medio del caos y de la desesperación, soportando las dolorosas consecuencias de
un mundo convulsionado. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_vDPPo6J1KOpwskHIrsh9XDMLLzP36lm74xbwuEDYkM12Zy-7QHitoa5_cptxCOr2ltVWL4_o682mGmksnReHHCfYqvyusf6gpV1Rpg8N6LlqEYgaP-_DitBnWVsXZ_fxVqxWq9OFGf4V/s1600/actitudd.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="264" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_vDPPo6J1KOpwskHIrsh9XDMLLzP36lm74xbwuEDYkM12Zy-7QHitoa5_cptxCOr2ltVWL4_o682mGmksnReHHCfYqvyusf6gpV1Rpg8N6LlqEYgaP-_DitBnWVsXZ_fxVqxWq9OFGf4V/s320/actitudd.jpg" width="320" /></a>Diríase que el hombre actual, conjuntamente con la cultura,
ha llegado a una decisiva encrucijada del destino, de la que podrá salir airoso
o derrotado, aunque no haya participado directamente en la lucha armada de los
pueblos. Y de toda esta convulsión mundial es preciso esperar un mundo mejor,
una nueva era en la que el hombre adquiera su más simple y noble expresión como
individuo dentro de la colectividad. Es preciso esperar de pie a ese mundo que
se iniciará después de los últimos estertores de la catástrofe. Es menester
mirar hacia el futuro con la esperanza de que el hombre encontrará su centro
sobre las ruinas de un sistema podrido y caduco que fracasó sistemáticamente
durante varias centurias. Reyes, emperadores, presidentes y dictadores deberán pensar
que no es posible de ningún modo prolongar por más tiempo un sistema que
conduce a la destrucción mutua de las naciones. Sería absurdo que el hombre
actual continuare viviendo una vida de paria después de la estructuración de un
mundo nuevo. Son siglos de sufrimientos, de miserias, de rebeldías sofocadas
con sangre las que justifican el advenimiento de un mundo más justo y más
humano. Porque si ahora se lucha por ideas políticas, por disputarse los
mercados mundiales, en el futuro se luchará por conquistar la libertad
individual y el derecho a vivir como ser humano dentro de la colectividad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y no se nos diga soñadores o amargados. La evolución del mundo
no puede detenerse con meras palabras o con la destrucción que siembran las
ametralladoras. Sobre las ruinas y los cadáveres de los combatientes, sobre los
despojos de la civilización destruida, se alzarán los nuevos ideales abriéndose
paso a través de los prejuicios, hasta alcanzar la meta de la felicidad humana,
esa relativa felicidad de dar a cada hombre lo que merece, dentro de un clima
de libertad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y cuando llegue ese día, aunque seamos polvo de cementerio,
nos sentiremos avergonzados de todos los crímenes cometidos por la insaciable
ambición de los hombres.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Actitud n°3. Junio de 1943, Rancagua.</i></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-41780868004515541522013-07-29T00:45:00.000-04:002013-07-29T00:45:56.566-04:00Juanito descubre el mundo - Óscar Castro <div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
<i><b>Fragmento de Comarca del Jazmín</b></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRgzqim8G7G15NRJzSgxpbA4BJpNqSYxEE58UO-RaIM1ukJWI9oOw" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRgzqim8G7G15NRJzSgxpbA4BJpNqSYxEE58UO-RaIM1ukJWI9oOw" width="149" /></a><span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><i>Corchuelo</i>, si, <i>Corchuelo</i>, dice
Juanito lentamente, haciendo jugar el picaporte de su pieza. El picaporte es
como un pequeño animalito metálico y chirriante. Tirándole la colita amarilla,
el picaporte esconde la lengua, y luego, al soltarla suena y asoma, fría, como
si gustase un helado invisible. Juanito ha estudiado mucho este juguete oscuro
de la puerta. Desearía sacarlo y ver qué tiene por dentro, descubrir el maravilloso
resorte que produce aquel sonido. Se le figura que en el interior de esta
cajita debe existir un organismo inédito, muy distinto del que tenía su payaso
músico, despanzurrado tres días atrás para resolver el problema de su
funcionamiento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;">La primera sensación que tiene
Juanito cada mañana, es el rumor del picaporte. Siempre despierta cuando la
lengüeta metálica se esconde para que pueda girar la puerta. Entonces asoma la
cabeza de su madre, y él cierra los ojos con rapidez. Los instantes que su madre
tarda en recorrer el espacio que media entre la puerta y el lecho, son para él
de dulce indecisión. Suenan sobre las tablas los pasos afelpados de sus
babuchas caseras, y al fin está cerca de él, sobre él, su presencia caliente y
amiga. En torno de su madre hay un aura tibia que le besa el rostro antes de
que los labios cariñosos lleguen a tocarlo. Prefiere la suavidad de ese
contacto invisible antes que la caricia misma. Por eso no levanta los párpados.
Si cediera a la tentación, desaparecería el encanto y ya no conseguiría sentir
esa zona que envuelve a su madre. Esto sucede cuando ya sus hermanos se han ido
a la escuela, cuando por toda la casa transita el silencio en las patas de
Choclo, el gato negro y peludo. Afuera se alarga el patio luminoso, manchado
por las hojas del parrón. Más allá queda la cocina, país de humo y de oro. Y,
al fondo, el huerto verde y profundo. El huerto llama cada mañana a Juanito.
Soplan los tallos su flauta clara y fresca para encantarlo. Alzan las azucenas
sus copas espesas de fragancia. Revuelan mariposas amarillas, rojas, huidizas.
Toronjil y cedrón, ruda y malva, romero y albahaca. Todo un mosaico de aromas
que flotan, flotan, formando colores. Para Juanito, el perfume del romero es
azul; el de la menta, celeste; verde amarillo el del cedrón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;">“Cor-chue-lo”, sigue diciendo
Juanito a cada rumor de picaporte. Viene entonces la madre para advertirle que
su taza de leche se enfría. Este llamado lo separa de su juguete, y diciendo
por última vez “cor-chue-lo”, se dirige al comedor. Allí hay una taza humeante
y un trozo de pan de oscura corteza. La leche es un mar blanco, espeso,
tranquilo. El niño echa en él, para romper su monotonía, un pedacito de pan que
flota un momento y se apega a los bordes de la taza. Junto a la primera, cae
otra corteza tostada. Y ya la taza es un océano donde se libra un combate
naval. Dos embarcaciones pelean. Una lleva una bandera de diez colores. La
otra, un trapo oscuro. A Juanito le interesa que venza la primera. Por eso,
levanta la cuchara y golpea suavemente el líquido. Se levantan ondas blancas y
ambas embarcaciones se estremecen y chocan. Primer ataque. Ha sacado ventajas
la bandera negra. Pero el capitán de la otra nave es inteligente y ordena una
temeraria maniobra. Un segundo golpe de cuchara distancia más a los rivales. Un
tercero los hace juntarse de nuevo. Esta vez va en ganancia la bandera
multicolor. ¡Viva! El entusiasmo de Juanito no mide la potencia del cuarto
golpe y la leche le salpica la cara. El pequeño se irrita. Coge a los dos
rivales en su cuchara y los engulle. Que sigan el combate en su interior. Y
para que tengan agua de sobra, allá va un gran sorbo de leche.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://img2.mlstatic.com/libro-comarca-del-jazmin-de-oscar-castro_MLC-O-3377227_8904.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://img2.mlstatic.com/libro-comarca-del-jazmin-de-oscar-castro_MLC-O-3377227_8904.jpg" width="180" /></a><span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;">Juanito sale al patio. Bajo la
sombra del parrón, en su silla de paja, dormita, caída la barba blanca sobre el
pecho, Baltasar, el abuelo. El niño pasa por frente a él en puntillas y
atraviesa el huerto. En vano alarga sus manos el romero para detenerlo. En vano
le manda mensajes el viento, impresos en fino papel de mariposas. Algo más
intenso lo lleva, retenida la respiración, suavísimo el paso, hacía un punto
que él bien conoce. Al final del huerto, apegado a una tapia con grandes
grietas, hay un reino encantado que muy pocas veces ha podido explorar, por
expresa prohibición del abuelo. Es un cuarto en que el anciano guarda sus
tesoros. Hay allí grandes tarros, barricas desvencijadas, útiles de labranza,
tiestos llenos de objetos imprevistos. Como en el cuento de Alí Babá, es
necesario franquear una puerta que por fortuna está sin llave. “Sésamo, ábrete”.
Y las manos de Juanito se hunden, febriles, en el primer tiesto. Tropiezan sus
dedos con heterogéneas cosas: hebillas de hierro, clavos de bronce de dorada
cabeza, semillas de colores, láminas de metal, argollas y otras mil baratijas
cuyo nombre desconoce nuestro explorador. Corcel apresurado, el corazón le late
tumultuoso en el pecho. Aquellas cosas deben tener un incalculable valor. Sí en
ese momento viniera el gigante, no tendría el niño un mago bondadoso que lo
hiciera desaparecer. Debería enfrentarse resueltamente a su destino y no se
siente capaz. El gigante es su abuelo. El pequeño lo ha investido de terribles poderes.
Con una sola inflexión de su voz, el gigante podría transformarlo en piedra. 0
en lagarto. Mejor en lagarto, porque las piedras no se mueven y son grises,
frías. En cambio, los lagartos ¡qué rapidez tienen! ¡Y cuántos colores! Juanito
conoce los lagartos. Los ha visto en las estampas de un libro grande que tiene
su hermana, y también en el huerto, sobre las tejas. Es decir, no lagartos
verdaderos: lagartijas más bien. Pero qué importa. Deben ser iguales. Claro.
Después las lagartijas crecen y se vuelven lagartos. También los gatos se
convierten en tigres al hacerse más viejos. Por supuesto que debe pasar un tiempo
largo: cien años cuando menos. Entonces se van a la selva y rugen. Rugen como
un volcán. Y echan llamas por los ojos. Con estas llamas se alumbran el camino
de noche. Cuando hay incendio en la montaña, es que los tigres están
hambrientos y le han prendido fuego con los ojos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;">Pero no es hora de divagaciones.
Ahora Juanito tiene la obligación de examinar su tesoro antes que se despierte
el gigante. Aquí hay un artefacto raro que clava como un puercoespín. Juanito
lo saca con cuidado y lo analiza, temeroso de que tenga vida propia. Es un
objeto de metal amarillo con una especie de carretel erizado de púas. Junto a
este carretel hay muchas laminillas delgaditas, algunas de las cuales están
quebradas como los dientes de una peineta. Convencido de que aquello es
inofensivo, Juanito lo da vueltas entre sus manos. ¿Para qué servirá? Se le
ocurre que aquí deben moler el trigo en los molinos. Pero no. En el molino que
él conoce hay unas piedras enormes, redondas, con un hoyo al centro. Ha visto
dos en la puerta grande de afuera. Y en ellas le dijeron que se molía el trigo.
Entonces aquello debe servir para otra cosa. Está dispuesto a dejarlo en su
sitio, dándose por vencido, cuando sus dedos hacen girar el rodillo. Dos o tres
notas agudas surgen de allí y se quedan vibrando en sus oídos. Repite la
experiencia y el aparato deja oír otras notas más cálidas. Prosigue su juego, y
ya son los compases de una música fina, desvaída, balbuceante. Siguen los dedos
interminablemente y las notas se repiten, se alejan, vuelven, se posan como
pájaros en el corazón de Juanito. El niño está deslumbrado. Aquello debe valer
mucho. Por lo menos un millón de pesos. Pero él tiene que llevárselo, no puede
dejarlo allí. Más tarde, el gigante cerrará con llave la puerta y ya no habrá
manera de cogerlo. Juanito se entreabre la blusa y desliza el artefacto a ras
de piel. Siente su frío contacto y el cuerpo se le engranuja por el lado
izquierdo. La emoción lo paraliza por algunos momentos. Aquella empresa es
demasiado grande para él. Si lo sorprenden, tendrá que restituir su tesoro, y
eso le resulta terrible. El trofeo le pertenece. Lo descubrió él. Los héroes de
los cuentos nunca tuvieran escrúpulos de conciencia. Les bastaba dormir al
dragón o vencer al gigante para que las piedras preciosas y las princesas les
pertenecieran. Y él ha pasado frente al gigante dormido sin despertarlo. Tan
estupenda empresa merece un premio: lo lleva consigo. Debe defenderlo con su
propia sangre si es preciso. Inicia Juanito el retorno con mil precauciones,
aunque tratando de conciliar éstas con su categoría de héroe. Abandona el
cuarto y no vuelve la cabeza de inmediato hacía el lugar en que está su
enemigo. Mira al suelo: allí encuentra la raíz de un duraznero. Suben sus ojos
por el tallo, lentamente, estudiando sus rugosidades. Se detienen en una ramita,
en un nudo, en un brote reciente. Cuando sus miradas han alcanzado suficiente
altura, las hace resbalar de súbito hacía la silla del abuelo. Allí está Baltasar,
en postura idéntica a la de antes. El niño se tranquiliza, echa una ojeada a su
blusa, palpa el objeto que lleva debajo y comprueba que el bulto no es
demasiado visible. Coge entonces una ramita caída en el suelo y avanza
mirándola. Es una ramita seca y recta, suave al tacto. Esta será su vara de
virtud. Con un signo de ella, conseguirá mantener el sueño del gigante todo lo
que sea necesario. Avanza, avanza. Ya no median sino unos pasos entre él y su
abuelo. Entonces alza la ramita y dice como para sí mismo: “Duerme,
duerme". El abuelo da una cabezada que le derriba la testa blanca hacia la
derecha. Entreabre los ojos cenicientos, sin ver el mundo, bajo la sombra de
sus cejas espesas. Juanito se paraliza, la vara de virtud detenida en el aire.
Su vida entera en ese instante, es una vibración como de frágil cristal a punto
de romperse. Pero el abuelo torna otra vez a su sueño con renovada placidez.
Juanito mira la varilla con desconfianza y no vuelve a levantarla. Tiene demasiado
poder y su choque podría matar al gigante. Ya está junto a él, frente a él. Oye
su respiración acompasada y no puede apartar los ojos de aquella figura
durmiente. Lo vigila con todos sus sentidos, seguro de que si dejara de
mirarlo, el gigante se alzaría terrible y acusador ante él. En ese momento, el
objeto se mueve bajo su blusa y le martiriza la piel del vientre. Es un cilicio
cuya tortura trata de evitar hundiendo cuanto puede la barriga. Mas las púas
tenaces prosiguen su tarea de vengadoras, y el niño debe hacer esfuerzos para
no lanzar un gemido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://periodicoelsurco.files.wordpress.com/2012/11/oscar-castro-por-carlos-hermosilla.jpg?w=529" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: right;"><img border="0" height="200" src="http://periodicoelsurco.files.wordpress.com/2012/11/oscar-castro-por-carlos-hermosilla.jpg?w=529" width="140" /></a><span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;">Aquella primera experiencia dice
a Juanito que todo lo bello se consigue con dolor. Sin embargo, él no podrá
aprovechar la lección, pues, aún es demasiado pequeño y la vida no ha tenido
tiempo de endurecerlo. La trayectoria desde donde se halla su abuelo hasta su
pieza es una tortura para Juanito. El la soporta heroicamente. Salió herido del
combate con el dragón. Todavía siente, viva, quemante, la sensación de su
dentellada en el cuerpo. Pero aquí está la puerta. Inútilmente el picaporte
estira y encoge su lengüecilla. El niño no la ve: algo más grande acapara todo
su interés. Junto a la cama entreabre su blusa y aparece el tesoro intacto.
Juanito tiene rasguñada la piel del vientre, pero se da por feliz de haber
salvado de aquella aventura con tan escasas heridas. Se queda contemplando el
misterioso rodillo y luego se asegura de que nadie vendrá a interrumpirlo. Su
madre está en la cocina. El abuelo sigue durmiendo. Tiene por lo menos una hora
de libertad absoluta. Una hora suya que el pianito maravilloso llenará de
melodías encantadas. Lentamente primero, con mayor ligereza después, hace girar
el rodillo. Cada plaquita metálica, al ser levantada por la púa respectiva,
entrega su sonido clarísimo. Es como si lloviera música en gotas. El pianito
canta, canta. Y el niño, embelesado, no se fatiga nunca de dar vueltas al
rodillo. Tin, tin, tan, tin... Bailan todas las princesas de los cuentos, con
largos vestidos hechos de pétalos y de estrellas. Tin, tin, tan, tin... Juanito
recuerda la lluvia. Así cae sobre los árboles, sobre las casas, sobre el agua
de las charcas. Tin, tin, tan, tin... El Gato con Botas, y Caperucita, y
Pulgarcito y Blanca Nieves danzan al compás del pequeño instrumento. Tin, tin,
tan, tin... El dragón se adormece, llora el gigante, el ogro terrible deja de
perseguir a los niños, para escuchar la melodía. Tin, tin, tan, tin... Viene
Simbad el Marino, viene Alí Babá con sus cuarenta ladrones, acude Aladino a
través del bosque haciendo bailar la sombra de los árboles con el azul, reflejo
de su lámpara maravillosa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: #000A;">Tin, tin, tan, tin...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 115%;">A Juanito le nace, lentamente, un alma musical y esplendorosa. Baila su
corazón entre un huracán de mariposas, pedrerías y flores.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"><b><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="line-height: 14px;">Comarca del Jazmín. Óscar Castro,</span></span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 14px;"> 1945.</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 14px;"> </span></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="es" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: #000A;"><br /></span></div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-38546970083320865492013-07-20T01:43:00.000-04:002013-07-20T01:43:44.496-04:00El criminal es el elector - Albert Libertad<div style="text-align: justify;">
Tú eres el criminal, Oh Pueblo, puesto que tú eres el Soberano. Eres, bien es cierto, el criminal inconsciente e ingenuo. Votas y no ves que eres tu propia víctima.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, ¿no has experimentado lo suficiente que los diputados, que prometen defenderte, como todos los gobiernos del mundo presente y pasado, son mentirosos e impotentes?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Lo sabes y te quejas! ¡Lo sabes y los eliges! Los gobernantes, sean quienes sean, trabajaron, trabajan y trabajarán por sus intereses, por los de su casta y por los de sus camarillas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Dónde y cómo podría ser de otro modo? Los gobernados son subalternos y explotados; ¿conoces alguno que no lo sea?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mientras no comprendas que sólo de ti depende producir y vivir a tu antojo, mientras soportes –por temor- y tú mismo fabriques –por creer en la autoridad necesaria- a jefes y directores, sábelo bien, también tus delegados y amos vivirán de tu trabajo y tu necedad. ¡Te quejas de todo! ¿Pero no eres tú el causante de las mil plagas que te devoran?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Te quejas de la policía, del ejército, de la justicia, de los cuarteles, de las prisiones, de las administraciones, de las leyes, de los ministros, del gobierno, de los financieros, de los especuladores, de los funcionarios, de los patrones, de los sacerdotes, de los propietarios, de los salarios, del paro, del parlamento, de los impuestos, de los aduaneros, de los rentistas, del precio de los víveres, de los arriendos y los alquileres, de las largas jornadas en el taller y en la fábrica, de la magra pitanza, de las privaciones sin número y de la masa infinita de iniquidades sociales.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Te quejas, pero quieres que se mantenga el sistema en el que vegetas. A veces te rebelas, pero para volver a empezar. ¡Eres tú quien produce todo, quien siembra y labora, quien forja y teje, quien amasa y transforma, quien construye y fabrica, quien alimenta y fecunda!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Por qué no sacias entonces tu hambre? ¿Por qué eres tú el mal vestido, el mal nutrido, el mal alojado? Sí, ¿por qué el sin pan, el sin zapatos, el sin hogar? ¿Por qué no eres tú tu señor? ¿Por qué te inclinas, obedeces, sirves? ¿Por qué eres tú el inferior, el humillado, el ofendido, el servidor, el esclavo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Elaboras todo y no posees nada? Todo es gracias a ti y tú no eres nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me equivoco. Eres el elector, el votante, el que acepta lo que es; aquel que, mediante la papeleta de voto, sanciona todas sus miserias; aquel que, al votar, consagra todas sus servidumbres.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Eres el criado voluntario, el doméstico amable, el lacayo, el arrastrado, el perro que lame el látigo, arrastrándote bajo el puño del amo. Eres el sargento mayor, el carcelero y el soplón. Eres el buen soldado, el portero modelo, el inquilino benévolo. Eres el empleado fiel, el devoto servidor, el campesino sobrio, el obrero resignado a su propia esclavitud. Eres tu propio verdugo. ¿De qué te quejas?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Eres un peligro para todos nosotros, hombres libres, anarquistas. Eres un peligro igual que los tiranos, que los amos a los que te entregas, que eliges, a los que apoyas, a los que alimentas, que proteges con tus bayonetas, que defiendes con la fuerza bruta, que exaltas con tu ignorancia, que legalizas con tus papeletas de voto y que nos impones por tu imbecilidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tú eres el Soberano, al que se adula y engaña. Te encandilan los discursos. Los carteles te atrapan; te encantan las bobadas y las fruslerías: sigue satisfecho mientras esperas que te fusilen en las colonias y que te masacren en las fronteras a la sombra de tu bandera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si lenguas interesadas se relamen ante tu real excremento, ¡Oh Soberano!; si candidatos hambrientos de mandatos y ahítos de simplezas, te cepillan el espinazo y la grupa de tu autocracia de papel; si te embriagas con el incienso y las promesas que vierten sobre ti los que siempre te han traicionado, te engañan y te venderán mañana; es que tú mismo te pareces a ellos. Es que no vales más que la horda de tus famélicos aduladores. Es que, no habiendo podido elevarte a la consciencia de tu individualidad y de tu independencia, eres incapaz de liberarte por ti mismo. No quieres, luego no puedes ser libre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Vamos, vota! Ten confianza en tus mandatarios, cree en tus elegidos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero deja de quejarte. Los yugos que soportas, eres tú quien te los impones. Los crímenes por los que sufres, eres tú quien los cometes. Tú eres el amo, tú el criminal e, ironía, eres tú también el esclavo y la víctima.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nosotros, cansados de la opresión de los amos que nos das, cansados de soportar su arrogancia, cansados de soportar tu pasividad, venimos a llamarte a la reflexión, a la acción.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Venga, un buen movimiento: quítate el estrecho traje de la legislación, lava rudamente tu cuerpo para que mueran los parásitos y la miseria que te devoran. Sólo entonces podrás vivir plenamente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>¡EL CRIMINAL ES EL ELECTOR!</b></div>
<br />
<br />
<br />Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-25330368042427685942013-07-19T12:03:00.000-04:002013-07-19T12:03:11.577-04:00Mafalda<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<i>Susanita y la propiedad privada</i></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNT9bieyfmrA6lyjC6N099A13XjJAtK97kJQglWDnMXQzoyNA6Qx6MZs-S7veoVeWgFTDVOXdP69kS60-9YsaRrOHOuyiOGM_NEtCFdHy-CKQpG4RZTOUvsKbQYLpo7VkE2rgA93DWxQi9/s1600/Susanita+propiedad+privada.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="165" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNT9bieyfmrA6lyjC6N099A13XjJAtK97kJQglWDnMXQzoyNA6Qx6MZs-S7veoVeWgFTDVOXdP69kS60-9YsaRrOHOuyiOGM_NEtCFdHy-CKQpG4RZTOUvsKbQYLpo7VkE2rgA93DWxQi9/s640/Susanita+propiedad+privada.jpg" width="530" /></a></div>
<br />Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-68156579829488418952013-07-15T22:00:00.000-04:002013-07-16T23:17:18.212-04:00Como aprendí a andar a caballo - Leon Tolstoi<div style="text-align: justify;">
<a href="http://lafugadetolstoi.files.wordpress.com/2012/12/19100307-c2b7-tolstoi-a-caballo-en-1908-2.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="180" src="http://lafugadetolstoi.files.wordpress.com/2012/12/19100307-c2b7-tolstoi-a-caballo-en-1908-2.jpg" width="260" /></a>De pequeño me pasaba estudiando los días enteros; sólo los domingos y los días de fiesta salía de paseo y jugaba con mis hermanos.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Los mayores deben aprender a montar a caballo. Hay que mandarlos al picadero -dijo mi padre un día.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Puedo aprender yo también? -pregunté. Yo era uno de los pequeños.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Te caerías -replicó mi padre.</div>
<div style="text-align: justify;">
Rogué, con lágrimas en los ojos, que me enseñaran a montar a caballo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Bueno, bueno, que te enseñen a ti también; pero te guardarás mucho de llorar cuando te caigas. Ya sabes que el que no se cae nunca aprende a montar -dijo mi padre.</div>
<div style="text-align: justify;">
El miércoles nos llevaron a los tres hermanos al picadero. Entramos en un gran vestíbulo; y, desde allí, pasamos a un cobertizo. En éste, había una habitación enorme, cuyo suelo estaba cubierto de arena. Allí varios caballeros, damas y niños, montaban a caballo. Había poca luz, olía a caballos y se oían latigazos, gritos y el golpear de los cascos de los caballos contra las paredes de madera. Al principio, estaba asustado, y no pude observar nada. Nuestro ayo llamó al palafrenero.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Traiga unos caballos para estos niños. Van a aprender a montar -dijo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Bueno -replicó el palafrenero; pero, después de mirarme, añadió-: Este niño es demasiado pequeño para montar.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Nos ha prometido que no llorará si se cae.</div>
<div style="text-align: justify;">
El palafrenero se echó a reír.</div>
<div style="text-align: justify;">
Trajeron tres caballos ensillados Nos quitamos los abrigos y bajamos al picadero. El palafrenero sujetaba el caballo por la brida, mientras mis hermanos daban vueltas en torno a él. Primero cabalgaron al paso, luego al trote. Finalmente acercaron el tercer caballo. Era un alazán muy pequeño, con la cola cortada.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo llamaban Chervonchik.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Bueno, caballerito; siéntese -me dijo el palafrenero, sonriendo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Estaba contento y asustado al mismo tiempo; pero traté de que nadie se diera cuenta de ello. Durante un buen rato intenté meter los pies en los estribos, pero no pude lograrlo, porque era demasiado pequeño. Entonces, el palafrenero me cogió en brazos para sentarme sobre el caballo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-El señorito no debe pesar más de un par de libras.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al principio me sujetó de la mano; pero como yo había visto que no había sujetado a mis hermanos, le rogué que me soltara.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿No, le da miedo?-me preguntó.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque estaba muy asustado, le dije que no. Lo que me asustaba, sobre todo, era ver a Chervonchik agachar las orejas, porque me figuraba que estaba enfadado conmigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Cuidado, no se vaya a caer -dijo el palafrenero y me soltó.</div>
<div style="text-align: justify;">
A lo primero, Chervonchik siguió al paso y pude mantenerme derecho. Pero la silla era resbaladiza y tuve miedo de caerme.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Se sujeta bien? -me preguntó el palafrenero.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Sí; muy bien.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Pues entonces vaya al trote -exclamó; y chascó la lengua.</div>
<div style="text-align: justify;">
Chervonchik corrió al trote ligero, con lo que me hizo saltar. Pero seguí callado, procurando no ladearme.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Muy bien -me elogió el palafrenero.</div>
<div style="text-align: justify;">
Estaba contentísimo. En aquel momento empezó a hablar con otro palafrenero; y dejó de estar pendiente de mí. De pronto, observé que me había inclinado ligeramente hacia un lado. Quise colocarme bien, pero no pude. Pensé llamar al palafrenero para que detuviese al caballo; pero me dio vergüenza. Chervonchik seguía corriendo al trote y yo iba inclinándome cada vez más. Miré al palafrenero con la esperanza de que me prestara ayuda; mas seguía hablando con su compañero. Sin mirarme siquiera, le dijo.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Es bien valiente ese muchacho!</div>
<div style="text-align: justify;">
De pronto me incliné tanto que me asusté. Creí que estaba perdido; pero me daba vergüenza gritar. Chevronchik dio una sacudida que me hizo resbalar y caer al suelo. Cuando el palafrenero volvió la cabeza, al no verme sobre el caballo, exclamó.</div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Vaya! ¡El caballerito se ha caído!</div>
<div style="text-align: justify;">
Le aseguré que no me había hecho daño.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Los niños tienen el cuerpo blando -cómentó, echándose a reír.</div>
<div style="text-align: justify;">
De buena gana me hubiera echado a llorar. Pero pedí que me subieran otra vez al caballo; y así lo hicieron. Ya no volví a caerme.</div>
<div style="text-align: justify;">
Desde entonces, fuimos al picadero dos veces por semana. Pronto aprendí a montar bien; y ya no temía a nada.</div>
Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-57860852820237450932013-06-26T03:35:00.000-04:002013-07-16T23:17:03.806-04:00Los tejedores de redes - A. Sabella<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJOK40tZp1ywDCgIrwHbfs1mkwTMHLl8WgcJjYwbLsvrrdXcSAAfCgMwyD6sCGtBLTgbVP1-n0imHQoWbgWP5nBRytx8gdBkNMxIutSKBgYfTOzRRqvq7LDPLbgvDuAvZXtYn9XDfh6bpl/s1600/redes.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJOK40tZp1ywDCgIrwHbfs1mkwTMHLl8WgcJjYwbLsvrrdXcSAAfCgMwyD6sCGtBLTgbVP1-n0imHQoWbgWP5nBRytx8gdBkNMxIutSKBgYfTOzRRqvq7LDPLbgvDuAvZXtYn9XDfh6bpl/s320/redes.jpg" width="194" /></a><br />
<br />
<br />
<br />
Este es el rudo mar del norte, el que acaricia<br />
la soledad de sus desiertos.<br />
Los tejedores de redes están junto a él, las<br />
piernas como rieles perdidos en la arena.<br />
Sus manos llevan un ruido seco, de madera presurosa.<br />
Las redes tiemblan lo mismo que una marea siniestra,<br />
detenida, ahí, para el ojo del cielo.<br />
Dialogan los hombres y sus redes.<br />
El golpe de las agujas impide oír lo que se dicen:<br />
¡quién pudiera escuchar!<br />
¡Ellas se saben, de memoria, el mar!Ediciones Voráginehttp://www.blogger.com/profile/01951612883377148882noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3417718321652350513.post-1878082202376851292013-06-23T15:59:00.002-04:002013-06-23T16:01:17.389-04:00Traten de despertar Traten de despertar<br />
y acompáñennos<br />
campanas que han olvidado su sed de espacio,<br />
arco iris en dónde quería vivir una niña,<br />
tardes que pasábamos en el tejado de zinc<br />
leyendo a Salgari y a Julio Verne,<br />
tardes como las sandías que poníamos a enfriar en el río,<br />
como los pies desnudos de los niños que caminaban por los rieles del desvío del aserradero,<br />
como el beso de la muchacha en la penumbra de la bodega triguera.<br />
Acompáñennos,<br />
rechinar de las mariposas de hierro,<br />
veletas quejumbrosas,<br />
cielo de la hora de la novena<br />
tan cercano que pronunciar un nombre podría romperlo,<br />
cielo en donde se hundían las palomas cansadas de la iglesia.<br />
<br />
Acompáñennos<br />
a nosotros que hemos visto el sol<br />
transformarse en un girasol negro.<br />
A nosotros que hemos sido convertidos<br />
en hermanos de las máscaras muertas<br />
y de las lámparas que nada iluminan<br />
y sólo congregan sombras.<br />
A nosotros<br />
los desterrados en un lugar en donde nadie conoce el nombre de los árboles,<br />
donde vemos todo próximo amor<br />
como una próxima derrota,<br />
toda mañana como una carta que nunca abriremos.<br />
<br />
Acompáñennos,<br />
porque aunque los días de la ciudad<br />
sean espejos que sólo pueden reflejar<br />
nuestros rostros destruidos,<br />
porque aunque confiamos nuestras palabras<br />
a quienes decían amarnos<br />
sin saber que sólo los niños y los gatos<br />
podrían comprendernos,<br />
sin saber que sólo los pájaros y los girasoles<br />
no nos traicionarían nunca,<br />
aún escuchamos el llamado de los rieles<br />
que zumban en el medio día del verano en que abandonamos la aldea,<br />
y en sueños nos reunimos para caminar<br />
hacia el País de Nunca Jamás<br />
por senderos retorcidos iluminados<br />
sólo por las candelillas y los ojos encandilados de las liebres.<br />
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;"><i>Jorge Tellier - Poemas del país de nunca jamás. (1963)</i></span></div>
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